(20 de mayo del 2020. El Venezolano).- La grave crisis sanitaria por el coronavirus está poniendo en jaque a la industria del ocio y del entretenimiento. Desde que se declaró el estado de emergencia en todo el país, la mayoría de los cines, teatros y salas de conciertos han tenido que acatar el cierre temporal.
Es una de las medidas más drásticas que este sector ha tenido que tomar en toda su historia. La razón de este cierre es evitar las aglomeraciones y, por ende, la propagación de la COVID-19.
“A nosotros no nos pusieron en pausa, nos pusieron un Stop”, dice Miguel Ferro, un prominente empresario audiovisual que hace más de 5 años impulsó el “Paseo Wynwood”, un espacio teatral en español en Miami (Florida) para dar un empuje a las artes escénicas en el sur de la Florida.
Está preocupado por el futuro ya que las decisiones de las autoridades sanitarias pueden determinar la viabilidad de muchos proyectos teatrales. Considera que “la solución de la industria de espectáculos en vivo” no va a pasar por ofrecer funciones a través de internet, como se ha estado experimentando estas semanas de confinamiento.
“Para nosotros, más allá de una reinvención como tal, se va a imponer una reinvención de la experiencia”, explica, aclarando que “hay que reinventar la forma en cómo la audiencia vive el teatro sin sentir que su salud está en riesgo”.
“Todos los ‘teatreros’ estamos ahora pensando en la solución para que la gente pueda regresar al teatro de una forma cómoda y sin perder la esencia”, subraya.
Ferro, que fue el creador del popular programa de televisión Laura en América, ahora dirige este espacio teatral en el centro de la Ciudad del Sol. No sabe cuándo va a abrir, pero no cree que sea pronto.
Muchos empresarios creen que las administraciones públicas podrían permitir la reapertura de salas de cine, teatro o de conciertos con ciertas restricciones: por ejemplo, sin ocupar más de 25 o 50 por ciento del aforo total, como ya ha pasado en otros negocios.
Sin embargo, es una medida que, según dice, golpearía igualmente a los profesionales de este sector.
“No podemos abrir por porcentaje porque, a pesar de que nuestra sala abra al 20 por ciento, nuestros gastos son al ciento por ciento: yo no le puedo decir a una obra de teatro de cuatro personajes que solo venga uno y que el público se imagine los otros tres”, señala.
El futuro de las salas de cine
Aunque en algunos lugares de Estados Unidos se han retomado los rodajes bajo estrictas medidas de seguridad, el futuro de las salas de exhibición de películas es incierto.
En América Latina, algunas organizaciones se han pronunciado al respecto sobre las medidas que se van a tomar para ayudar en la prevención al brote del coronavirus.
Por ejemplo, la Asociación Nacional de Salas Cinematográficas de Perú (ANASACI) informó que se aplicarán ciertas políticas como la reducción al 50 por ciento del aforo de las salas de cine y se admitirán, como máximo, a 300 personas en un mismo lugar.
En Estados Unidos, se calcula que unos 150.000 empleados relacionados con las salas de cine se han quedado sin trabajo.
“Es prácticamente toda la industria, quizás el 1% o el 2% de los cines sigue abierto, la mayoría autocines”, señaló Patrick Corcoran, vicepresidente de la Asociación Nacional de Propietarios de Cine.
Algunos empresarios están tratando de experimentar con otras vías de negocio como los drive-in o autoservicio. Estas clásicas propuestas, que en los 1960 y 1970 causaron gran furor entre la población, podrían retornar a gran escala en un futuro cercano.
Sin embargo, algunos profesionales del sector admiten que este tipo de proyectos no acaban de ser rentables económicamente, por lo que es necesario encontrar una fórmula que beneficie a las empresas que ofrezcan estos servicios.
“Y no, la solución no pasa por la subida de precios. La gente, en lo último que piensa en estos momentos, es en gastar en ocio”, concluye Ferro.
Con información de la Voz de América