(15 de mayo del 2020. El Venezolano).- Todos los días 2.535 niños y niñas cruzaban la frontera de Venezuela a Colombia para asistir a clases. Algunos debían pasar unas cuantas calles -como en Puerto Santander- y otros cruzaban el Puente Internacional Simón Bolívar. Sus vidas transcurrían aquí y allá. Aunque la diplomacia entre los dos países sea nula, para estos niños había un corredor humanitario que les permitía un trato especial.
El coronavirus trastocó todo, incluyendo ese avance. Lo que era difícil en la frontera se ha vuelto imposible. La frontera está cerrada y los niños tienen restricción para salir, tanto del lado colombiano como del venezolano. La situación es crítica.
Se habló con rectores de colegios públicos que dan clase a miles de niños venezolanos y colombianos que viven del lado venezolano. La educación virtual no es viable, son pocos quienes cuentan con conectividad, sobre todo porque en Venezuela, por ejemplo, del lado de San Antonio, hay cortes de electricidad varias veces en el día.
“En el sector de Venezuela la luz la racionan mucho, algunos tienen internet por datos, pero son muy pocos. A raíz de eso la Secretaría ha hecho un llamado a las ONG para enviarles el material impreso. El Consejo Noruego se comprometió a imprimir el material”, aseguró Alirio Cárdenas, rector de la Institución Educativa Puerto Santander.
La idea del corredor humanitario, según explicó la secretaria de Educación de Norte de Santander, Laura Cáceres Niño, es lograr llevarles a los niños el material pedagógico. Pero este plan todavía no ha resultado, el martes de la semana pasado intentaron llevar el material, pero las autoridades venezolanas no permitieron el ingreso porque aseguraron que faltaba la autorización de Caracas.
El Consejo Noruego para Refugiados ha estado liderando la iniciativa de reactivar el corredor humanitario junto a las autoridades educativas. “Nunca antes en el mundo tantos niños y niñas habían estado incomunicados con sus escuelas o habían interrumpido por completo su aprendizaje.
Por eso necesitamos encontrar opciones solidarias para que niños y niñas, que viven en Venezuela y que estaban estudiando en Colombia, accedan a materiales educativos y puedan retomar su educación. Estos materiales les ayudarán a los menores de edad a mejorar sus vidas, brindarán esperanza y los mantendrán a salvo en sus hogares”, dijo a SEMANA Yadira Galeano, gerente de área del Consejo Noruego para Refugiados.
Una de las situaciones más graves se vive en la Institución Educativa La Frontera, un megacolegio prácticamente binacional que atiende a 1.600 niños, de los cuales 1.100 son de nacionalidad venezolana y viven al otro lado de la frontera. Muchos de ellos viven en la invasión Mi Pequeña Barinas, antes del coronavirus llegaban al Puente Simón Bolívar y un bus los recogía para transportarlos al colegio.
Con información de El Venezolano Colombia