(17 de marzo del 2019. El Venezolano).- Roberto y Carolina dejaron Barquisimeto, una ciudad al noroeste de Venezuela, para buscar un próspero futuro en Cúcuta, especialmente para su hija Valeria, de cinco años. Así lo reseña laopinion.com.co
En la nueva casa, lejos de sus abuelos, tíos y primitos, la niña dejó de socializar con su entorno. Decía sufrir de dolores de estómago después de comer y sus rabietas se hacían más recurrentes y sin motivos aparentes.
Entre enero y febrero de 2019, Valeria comenzó a presentar problemas en la nueva escuela. No se relacionaba respetuosamente con la maestra de su sala de preescolar. Se le hacía difícil aceptar y aplicar las normas dadas. Mordía, pegaba y entraba en conflicto con los otros niños.
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Este cambio de comportamiento, según la voz experta del sicólogo Juan Perdomo, se debe al proceso migratorio de la pequeña, a esa ‘separación forzada’ de su entorno, que hace que no se sienta a gusto en ningún lugar que no sea aquel donde vivía en Venezuela.
“Dichos síntomas podrían traducirse como rasgos de depresión, que si no se abordan a tiempo, podrían terminar en un trastorno depresivo”, advirtió.
Por fortuna, en el caso de Valeria, con el acompañamiento de la orientadora de la escuela, dichos comportamientos han ido desapareciendo. “En casa hemos implementado hábitos en cada una de sus actividades y deberes. Dedicamos una hora para jugar, ya sea en la casa o en el parque. Hemos incluido videollamadas con sus tíos y primos que están en Perú, España y Argentina y hemos excluido el azúcar de su alimentación”, contó su mamá, Carolina Pérez.