(3 de marzo de 2019. El Venezolano).- “Nadie ha mostrado más desprecio por otros países y por el bienestar de su propio pueblo que el depravado régimen de Corea del Norte. Son los responsables por la inanición de millones de norcoreanos, y por el encarcelamiento, tortura, asesinato y opresión de muchos más”.
Eso dijo el presidente Donald Trump en la Asamblea de la ONU del año 2017. “El pequeño hombre cohete está en una misión suicida”, agregó.
Después, sin que el sanguinario y opresor Kim Jong-un renunciara a los abusos a los derechos humanos que lleva a cabo día a día, minuto a minuto en su país, ni a una sola de las políticas económicas desgraciadas que sumen a su pueblo en la miseria, mientras él vive a cuerpo de rey, Trump decidió encontrarse con él en Singapur.
De aquella cumbre no salió ningún compromiso serio. Solo saludos amables y apretones de mano. Mientras tanto, las agencias de inteligencia de EEUU insistían que el régimen continuaba con su programa nuclear y su meta de conseguir un misil balístico, capaz de cargar una ojiva atómica que alcanzara el territorio de Estados Unidos.
Pero Trump no les creyó. Porque él sabe más que sus expertos de inteligencia, que los generales y que el mundo entero sumado al cuadrado. ¿Hasta hoy?
Mientras escribo estas líneas acaban de anunciar que la cumbre de Vietnam culminó abruptamente, sin acuerdo, porque pasó lo obvio: Kim Jong-un quiere que EEUU le levante las sanciones, sin renunciar a nada. Al menos Trump tuvo la decencia para con el resto del mundo, de pararse de la mesa.
Barack Obama logró en su presidencia unir al mundo occidental, y a Rusia y China, en un plan que detendría el programa nuclear iraní. No tuvo que reunirse con el Ayatola (líder supremo religioso de ese país) ni con Rohaní (el presidente de Irán), no tuvo que estrecharle la mano ni tomarse una foto con esos represores. Y logró que se detuviera el programa nuclear de Irán, como lo confirmaron todas, absolutamente todas las agencias de inteligencia de EEUU y otros países de occidente. Hasta el general James Mattis le dijo a Trump que el acuerdo funcionaba. El republicano Rex Tillerson, su primer secretario de Estado, también se lo confirmó. Pero Trump derrumbó el acuerdo de un tirón. Porque él sabe más que los generales, la gente de inteligencia, etc.
Ahora Estados Unidos está fuera de ese acuerdo, pero permite a varios países, incluidos China y Rusia, que sigan comprándole petróleo a Irán. Es decir, lo que no hacían antes del acuerdo.
Lo mismo ocurrió con los acuerdos climáticos de París. Obama logró que todos los países del planeta, a excepción de Nicaragua (sí, China y Rusia también lo suscribieron) firmaran el acuerdo. Pero el sabio que tenemos de presidente, lo destruyó de un manotazo. Prometió un acuerdo mejor, muchísimo mejor, del que todavía, pasados casi dos años, no tenemos noticias de la primera reunión. Y mientras, el cambio climático continúa su marcha inexorable, disminuyendo la calidad de vida de millones de seres humanos en el planeta.
Pero, ¿qué se puede esperar de Donald Trump, un hombre que manda a su ex abogado Michael Cohen para que en una subasta de retratos se asegurara de ser quien ofreciera más, por un retrato de Donald Trump, y después pagara por lo que costó con los dineros de la fundación que creó, se supone (como toda fundación) para ayudar a los más necesitados?
Un show. Eso es lo que se puede esperar.
El mundo convertido en el show de Donald Trump.
Por Pedro Caviedes | El Nuevo Herald