La clase trabajadora venezolana ha sido víctima, durante los últimos veinticinco años, de la represión, la persecución y la destrucción sistemática de sus derechos. Nicolás Maduro, hoy señalado como jefe del cartel de Los Soles y declarado por los Estados Unidos como líder de una organización narcoterrorista, pretende ahora rematar su ataque contra los trabajadores anunciando que les entregará fusiles y misiles para “defenderlo” en caso de que la justicia internacional actúe en su contra.
Este anuncio no solo es una grosería y un insulto, es además un acto vil de cobardía. Maduro habla de dar fusiles cuando ya con fusiles ha asesinado a obreros, a sindicalistas, a jóvenes trabajadores que reclamaban en las calles un salario digno. Habla de entregar misiles cuando ya descargó misiles económicos sobre la clase trabajadora, pulverizando el valor del trabajo, acabando con las jubilaciones, destruyendo la educación, la salud y los servicios públicos. Los trabajadores venezolanos han sido bombardeados día tras día por el hambre, la inflación y la miseria impuesta por este régimen.
Salarios dignos vs. fusiles y misiles
El cinismo es absoluto: en vez de salarios dignos, ofrece fusiles; en vez de contratos colectivos, ofrece armas; en vez de pensiones justas, ofrece la muerte. Pretende convertir a los trabajadores en carne de cañón de su proyecto criminal, obligándolos a defender a un individuo y a su cartel, en lugar de defender los derechos y la vida de sus familias.
Como dirigente sindical y como presidente de la CTV, debo hablar con claridad: los trabajadores no somos ni seremos milicianos de Maduro ni guardianes de su cartel. Somos obreros, campesinos, maestros, enfermeras, profesionales, servidores públicos, hombres y mujeres que han llevado sobre sus hombros el peso de una crisis que no provocaron.
Llamado a la resistencia y la dignidad
Hago un llamado urgente a todos los trabajadores de Venezuela: no se presten a esta farsa. No acepten un fusil donde debería haber pan, no reciban un misil donde debería haber salario y jubilación. Nuestra lucha es por la vida, por el trabajo, por la libertad y por la democracia. La historia de la clase trabajadora venezolana no está escrita con pólvora ni con armas, está escrita con sacrificio, con dignidad y con la defensa irrenunciable de los derechos humanos y laborales.
Maduro quiere convertir a los trabajadores en escudos humanos de su caída, pero los trabajadores seremos protagonistas de la reconstrucción democrática de Venezuela, no cómplices de un régimen que nos ha destruido.