CaigaQuienCaiga
Por más que lo niegue, Donald Trump ya piensa en el día después que deje el poder.
Luego de su campaña para regresar a la Casa Blanca, logrado el objetivo e iniciado el compromiso, el expresidente ya mueve sus fichas para consolidar una dinastía política.
Su mensaje es claro: el movimiento MAGA no termina con él. Su apuesta se llama J.D. Vance, vicepresidente, y su comodín estratégico que podría ser Marco Rubio, el viejo rival convertido en aliado silencioso como secretario de estado.
¿Estamos ante un nuevo proyecto de poder prolongado? Sin duda. Trump no solo queria ganar; quería reinar por delegación.Aún no se, vamos a ver que tanto lo ha logrado.
J.D. Vance: de crítico a delfín
J.D. Vance es el ejemplo perfecto de lo que Trump exige a los suyos: obediencia total, fidelidad ideológica y disposición a borrar su pasado. El autor de Hillbilly Elegy, que en su momento cuestionó el estilo y el discurso de Trump, hoy es su colaborador más fiel, como vicepresidente dando además batalla en el senado. Lo que para algunos es oportunismo, para Trump es lealtad refinada.
Vance no solo representa al votante blanco empobrecido que Trump convirtió en bastión, sino que ahora encarna una versión más joven y más pulida del mismo mensaje nacionalista, antiélite y antiinmigración. Lo está entrenando. Lo está moldeando. Lo está preparando para heredar el trono.
Rubio: el converso funcional
Y en la otra esquina está Marco Rubio, el senador por Florida que alguna vez lo llamó “estafador”, “narcisista” y “peligro para la democracia”. Hoy, Rubio guarda silencio. Quizá demasiado silencio. ¿Por qué? Porque su nombre suena fuerte como el vicepresidente que podría acompañar a Trump en la boleta.
Rubio aporta lo que Trump no tiene: apellido latino, narrativa de hijo de inmigrantes, y control sobre sectores cubanoamericanos y conservadores del sur de Florida. Es la pieza que hizo falta en la maquinaria electoral para apuntar al voto hispano sin ceder ni un centímetro del discurso duro.
Pero nadie se engañe: si Rubio sube, lo hará como segundo. Como subordinado. Como parte de una fórmula donde la sumisión política se premia más que la convicción. Pasó de rival a peón.
Trump construye una dinastía, no un mandato
Esta jugada no es improvisada. Trump no queria simplemente un segundo mandato. Queria una estructura de poder a largo plazo, un movimiento sin fecha de vencimiento. Lo que está construyendo es una especie de “Partido Trump”, con él como figura fundacional, Vance como sucesor y Rubio como enlace estratégico. De este tema he hablado en otras columnas.
También lo he tocado en el programa de Radio Noticias con Poder por Radio Mundo Miami.
No es casualidad que el ex presidente hable de “limpiar Washington”, de “acabar con el Estado profundo” y de “reconstruir la nación desde cero”.
Son frases con vocación de poder permanente, no de un mandato limitado por la Constitución.
¿Y los republicanos? Silencio cómplice
Lo más escandaloso no es que Trump tenga un plan sucesorio. Lo escandaloso es el silencio del resto del Partido Republicano. Los pocos que se atreven a disentir son castigados, aislados o borrados de la escena. Los demás, como Rubio, simplemente se acomodan.
Así, para muchos críticos y analistas, el partido de Lincoln, de Eisenhower, de Reagan, se ha convertido en un vehículo personalista al servicio de un solo hombre y sus designados.
Es hasta el presente la voluntad popular.
Duro golpe a Marco Rubio
Se alejan las posibilidades de un hombre de origen latino en el poder, cosa que por cierto el cine hollywoodense tiene tiempo prediciendo y ciertamente muchas de las situaciones que la pantalla grande anuncia, se han hecho realidad.
Imaginó que los “productores futurologos” estarían analizando esta coyuntura.
Una mujer Presidenta y/o un latino al frente de la Casa Blanca se aleja de las visiones políticas.
Conclusión: MAGA para rato
Con Vance como heredero y Rubio como vicepresidente, Trump quiere dejar claro que el futuro le pertenece, incluso si él ya no está. Quiere asegurarse de que su estilo, su discurso y su ideología sigan gobernando.
Los que pensaban que el trumpismo iba a desaparecer con su salida de la Casa Blanca en 2021, hoy tienen que reconocer una dura verdad: Trump no es un fenómeno pasajero. Está sembrando su legado con nombres, estrategias y cómplices.
Y si el electorado no despierta, lo tendrá en el poder —directa o indirectamente— por muchos años más.
Hace poco una noticia fue parte de los medios:
El presidente Donald Trump dijo el martes que es demasiado pronto para nombrar al heredero del movimiento MAGA después de su presidencia, pero pareció indicar que ve al vicepresidente JD Vance y al secretario de Estado Marco Rubio como posibles sucesores.
«Lo más probable», dijo Trump a los periodistas en un evento en la Casa Blanca, es que Vance sea su heredero aparente, y agregó que «para ser justos, él es el vicepresidente».
«Creo que Marco también es alguien que podría reunirse con JD de alguna manera», continuó Trump. «También creo que tenemos gente increíble, algunas de las personas en el escenario, aquí mismo. Así que, obviamente, es demasiado pronto para hablar de ello».
Refiriéndose a Vance, Trump dijo: “Sin duda, está haciendo un gran trabajo y, probablemente, sería el favorito en este momento”.
La frase ha sido interpretada por analistas como una señal temprana del favoritismo del presidente hacia su joven número dos.
Trump también mencionó al actual secretario de Estado, Marco Rubio, como otra figura con potencial para la contienda futura.
“Creo también que Marco es alguien que podría hacer equipo de alguna manera con JD”, agregó.
Ambos políticos, Vance y Rubio, han ganado visibilidad en el actual gobierno, y esta declaración alimenta las especulaciones sobre el liderazgo republicano post-Trump.
Trump aseguró que hay más opciones dentro de su administración que podrían competir por la candidatura, pero hizo énfasis en que Vance es el favorito.
“Tenemos gente increíble sobre el escenario”, afirmó, refiriéndose a su gabinete y a otros miembros del partido.
La intervención del presidente marca una de las primeras veces en que habla tan abiertamente sobre su posible sucesor.
Los comentarios de Trump sobre su posible sucesor siguen a su indicación anterior el martes de que no se postularía a la reelección.
(Trump tiene un mandato limitado, pero en el pasado ha sugerido que existen “métodos” para postularse a un tercer mandato en 2028.)
Cuando a Trump le preguntaron en una entrevista en CNBC el martes por la mañana si se postularía nuevamente a la presidencia, Trump respondió: «No, probablemente no».
¿Resucitará algún líder del partido democráta? Probablemente sí, aunque en este momento no observamos ninguno con una fuerza capaz de enfrentar a Donald Trump.
Esperemos, aún falta mucho.
Hasta los republicanos como quien suscribe lo cree necesario para no fortalecer la tesis de la democracia contemplativa que sigue vigente.
Se me acabó el papel.
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