(29 de noviembre del 2024. El Venezolano).- Seré repetitivo, y me disculpan. Tenemos chance de ganar el premio Goya a la mejor pelicula Iberoamericana con «Los Niños de las Brisas», de Marianela Maldonado. Es un asunto de todos y cada quien puede ayudar desde donde puede.
Yo por ejemplo, aproveché un ida por vuelta a Madrid y reuní a la familia para verla juntos. Nuevamente me conmovió como la primera vez, nos sensibilizó a todos. Se lo manifesté a nuestra admirada directora cineasta.
En medio de la emoción hice una videollamada y ella, muy gentil, nos atendió y la saludamos con mucho cariño y la felicitamos. Quedamos comprometidos a sumar nuestro grano de arena, vale la pena. Les cuento: Cuando ponemos el play en el televisor, ¡Oh, milagro! ¡Oh, ventura!
En la pantalla, comenzó a desfilar este país que tanto amamos, nuestros niños, las orquestas infantiles y juveniles, la vida (durante 10 años), de tres niños que lo apuestan todo para llegar a la Orquesta Nacional Juvenil Simón Bolívar en Caracas, viniendo de su humilde barrio Las Brisas de Valencia, para salvar sus vidas, para recobrar la esperanza, para tratar de ser seres humanos plenos, felices, agradecidos con la vida por poder ejercer el oficio que más aman, tocar, y vivir dignamente de eso.
No puedo describir las emociones (ya lo dije) y las lágrimas que esa maravillosa película despertaron en mí y en mi familia. Pero no les voy a dar spoilers.
CON MARIANELA
Es un inmenso honor para la directora llevar la bandera de Venezuela a los Goya, pero también una tremenda dificultad tal empresa, porque la carrera hacia la nominación, hacia la alfombra roja y los premios, es algo así como escalar el Aconcagua, ardua, llena de obstáculos, casi tan dura como terminar la película misma.
Es que hay que hacer lobby para que los miembros de la Academia de España la vean, para que se enamoren del filme, de Edixon, Dissandra y Wuilly, y la voten para ser nominada dentro de las seis mejores películas Iberoamericanas del 2024, compitiendo con joyas que pueden venir de Argentina, Colombia o México. Y ese lobby es muy caro. Y no abundan los emprendedores en España o Venezuela que quieran apostar por un proyecto cultural, por una película documental que cuenta la vida de 3 niños que luchan y sueñan en medio de las bombas, el humo y la metralla.
Si llegaran a verla, estoy seguro que la votarían, porque es estremecedora, se los digo de todo corazón, pero: ¿Cómo hacemos para que la vean, para que esta buena nueva de Los Niños de las Brisas se haga viral y no sólo los académicos de España sino los 6 millones de venezolanos en la diáspora la vean, la comenten y la pongan de moda con toda esa capacidad de movilización digital que hemos demostrado para otros fines no tan hermosos?
Es el trabajo que tenemos por delante, y que tienes tú, desocupado lector.
-La filmación de «Los niños de Las Brisas» comenzó en 2009 cuando el fenómeno de El Sistema Nacional de Orquestas captó nuestra atención. Tuve la oportunidad de adentrarme en la comunidad de Las Brisas en mi ciudad natal, Valencia, Venezuela. Inicialmente, mi intención era explorar El Sistema a través de un guión de ficción, pero al conocer a estas familias y niños, su pasión por la música y su optimismo inquebrantable me conmovieron profundamente, provocando un cambio en mi enfoque. Comencé a capturar imágenes, creyendo que resultaría en un corto documental… – nos comentó Marianela.
-En aquel entonces, no podía preveer que pasaríamos una década filmando, siguiendo a los niños y sus familias mientras perseguían sus sueños artísticos, entre desafíos y cambios inesperados. Durante ese tiempo, Venezuela atravesó y sigue padeciendo una terrible crisis sociopolítica y financiera, convirtiéndose nuestra película en un reflejo de los enormes desafíos y obstáculos que enfrentó toda una generación.
-A lo largo de los años de filmación, surgió una verdad resonante: los sueños tienen el poder de ayudar a los individuos a superar obstáculos y sufrimientos devastadores. La resiliencia mental que estos niños adquirieron a través de su educación musical los ayudó a sobrevivir todos los desafíos que vinieron después. Por eso el relato de «Los niños de Las Brisas» va más allá de la música: narra la supervivencia en un entorno desalentador…
EL PERIODISTA….
A partir de este punto de quiebre, me convertí en el periodista que alguna vez quise ser, y le mandé varias preguntas a Marianela, para este espacio que nos da El Venezolano, y para los inevitables chats de amigos, venezolanos aquí y allá, en todo el mundo.
P.- ¿Cómo cambió tu vida a lo largo de estos 10 años filmando la vida de estos niños?
R.- Pasar más de una década dedicado a un proyecto siempre afecta tu vida de manera profunda. Mis hijos nacieron cuando recién comenzaba este viaje, y ahora ya son adolescentes. Conocer a Wuilly, Dissandra, Edixon y sus familias me enseñó muchísimo, en diversos niveles.
A nivel personal, uno de los mayores aprendizajes ha sido observar cómo el amor y el cariño de sus familias, junto con el sueño de la música, los mantuvo firmes ante tantas adversidades en un país en constante crisis. Creo que, junto a ellos, uno aprende sobre la resiliencia, a reconocer la humanidad y la fortaleza en cada momento de dolor y superación. Estos años me han dado una perspectiva mucho más empática y comprometida; he madurado al ver cómo la realidad confronta y transforma las ideas iniciales de un proyecto, llevándote a tus propios límites.
Desde el punto de vista profesional, filmar una historia tan compleja durante tantos años me enseñó a observar, a tener paciencia y a comprender cómo las personas reaccionan y evolucionan, sobre la autenticidad frente a la cámara, a reconocer la belleza en cada momento, y seguir buscando con profundidad la historia emocional. Además, por supuesto, reafirmó mi convicción sobre la importancia de documentar y preservar historias que nos conecten y nos humanicen en medio de tanta turbulencia. La película es un reflejo de la Venezuela que duele, pero que, a pesar de todo, persiste en su lucha.
P.- ¿Cómo ha cambiado la vida de estos chicos luego de la película?
R.- Durante toda la filmación de la película Niños de Las Brisas, la producción brindó un apoyo significativo a los protagonistas en momentos difíciles. Tras el estreno, muchas personas se acercaron para ayudar, y se creó una exitosa campaña de GoFundMe que contribuyó a cubrir algunas de sus necesidades y estudios. Edixon y Dissandra obtuvieron becas para continuar sus estudios, y Wuilly recibió asilo político en Estados Unidos. Gracias a todos estos aportes, Edixon y Dissandra han avanzado en sus carreras universitarias, Edixon estudia cocina pastelería y trabaja como Chef, Dissandra estudia contaduría y música, mientras que Wuilly ha progresado en su carrera musical en Estados Unidos, tocan en una orquesta en Los Angeles y trabaja tocando en locales nocturnos.
P.- ¿Qué mensaje tienes para los millones de venezolanos que desde el exilio vean esta película?
R.- A todos los venezolanos en el exilio, les digo que esta película es también su historia, un reflejo de lo que hemos vivido y de la resistencia que nos define como país. Cada uno puede ayudar a que esta historia llegue más lejos, compartiendo y hablando sobre ella, organizando proyecciones y recomendándola en redes. Para ayudar en la nominación a los Goya, necesitamos que se viralice, que la gente la vea y la comente, que la haga suya. Este es un esfuerzo de todos, un grito de esperanza y un llamado a no olvidar lo que significa ser venezolano, a pesar de la distancia.
P.- ¿Dónde pueden verla para que la comenten y viralicen?
R.- Estamos ofreciendo la película en nuestra página web www.childrenoflasbrisas.com donde puedes alquilarla, y las entradas serán a beneficio de la campaña para los Goya. También contamos con un GoFundMe para ayudarnos en el camino hacia la nominación. La carrera a los premios Goya es muy costosa https://gofund.me/697b6915
EPÍLOGO
Ya estoy en Maracay, montado en mi bicicleta, sudando bajo este sol ardiente de los trópicos, y no puedo dejar de pensar en Los Niños de las Brisas. Se ha convertido en algo así como una obsesión para mí, el eterno aspirante a promotor cultural. Se ha convertido en una misión para el político sensible y humanista que he tratado de ser toda la vida.
Ve la película, búscala, recomiéndala, hazla viral, así como has hecho viral tus sufrimientos, así como te esfuerzas por hacerte visible en este mundo de identidades digitales tan difusas y efímeras. Hay historias que trascienden, que duran en el tiempo, incluso que se tardan más de 10 años para filmarlas. Y este es un caso ejemplar.
Voy a seguir insitiendo, por este medio y por todos los que la Providencia nos ofrezca, para promover esta joya cinematográfica que nos está contando ante el mundo entero.
Nos vemos por ahi…