(07 de Octubre del 2019. El Venezolano).- Debo confesar que el pasado lunes 30 de septiembre, fecha que debería pasar a la historia como uno de los momentos más infelices de la mal llamada revolución bolivariana, sentí pena ajena al escuchar y ver, e rueda de prensa con periodistas extranjeros, al hombre que ha destruido a Venezuela, que tiene pasando hambre a más de las tres cuartas partes de la población al causar una pavorosa hiperinflación que hace que el salario mínimo de 40 mil bolívares mensuales ya no sirva ni para comprar medio cartón de huevos, suplicar a las Naciones Unidas, que le donen doscientos millones de bolívares para financiar el plan “vuelta a la patria” para traer de regreso a Venezuela a los más de cinco millones de venezolanos que han huido de su país para buscar seguridad alimentaria y de salud para sus grupos familiares.
Inmediatamente este cronista no pudo evitar soltar una imprecación contra ese ser que usurpa la Presidencia de la república. Es lo menos que se merece,
Nicolás Maduro es un hombre desvergonzado a quien el burro que lleva por dentro le comió la vergüenza creyendo que era paja.
Los venezolanos y los ciudadanos del mundo que tuvieron la oportunidad de escuchar al usurpador hablando de la xenofobia contra quienes salieron huyendo de nuestra patria, acosados por el hambre y las enfermedades promovidas por su gobierno, a causar problemas en aquellos países adonde llegan como refugiados, no podían darle crédito a las desfachatadas y cínicas palabras del interfecto pidiendo nada mas y nada menos que 200 millones de dólares, como si fueran conchas de ajo.
Sin duda que se trató de una propuesta inmoral e indecente de lo cual Maduro ni siquiera pudo percatarse porque su intelecto no le da pa/ más.
Debo decir que me pareció estar viendo en Maduro a esa candidata que en ciertas elecciones en el Zulia promueve el propio régimen, y en una oportunidad, ante un sencilla pregunta de la periodista que la entrevistaba, pidió que le echara una “ayudaita” para poder responder.
Se trataba del hombre que dirige de manera ilegal los destinos de un país que en estos aciagos veinte años de destrucción revolucionaria, pero exacerbada ésta en los últimos seis que legalmente ejerció Maduro, hasta el 10 de enero del 2019, recibió cerca de dos billones de dólares, una colosal montaña de billetes verdes cuya conversión en bolívares es incuantificable. .
Un hombre pidiendo 200 millones de dólares al mundo representado en la ONU, pero a la que nutren esencialmente los Estados Unidos y Europa, mientras él continua regalando el petróleo de todos los venezolanos a Cuba y otros países que aún le sirven de apoyo a la locura revolucionaria en los organismos muttinacionales como la ONU y la OEA.
Los venezolanos no merecemos que un hombre de la catadura moral de Nicolás Maduro, sin mayor instrucción que algunos cursos sobre comunismo recibidos en la Cuba castrista, que ni siquiera culminó sus estudios de bachillerato, siga usurpando la presidencia de la república.
Estamos hablando de una revolución cuyos jerarcas con sus corifeos y áulicos, calificados de boliburgueses, dilapidaron, regalaron y se robaron esa fortuna con la cual Venezuela debiera estar viviendo hoy con el mismo nivel de vida que presentan países productores de petróleo que recibieron mucho menos dinero por la venta de su petróleo.
Los venezolanos opinan que Maduro quiere esos 200 millones de dólares para despilfarrarlos o robárselos también, como lo han venido haciendo.
Y tiene que ser para darles ese destino porque… ¿quién le va a comprar la oferta de regresarse a Venezuela, garantizándoles un trabajo que no les puede dar, y en todo caso, con una paga que no sirve ni para un desayuno de una familia de cinco personas?.