(13 de noviembre del 2022. El Venezolano).- El Partido Demócrata ha conseguido una victoria histórica al no perder escaños y, por tanto, retener el control del Senado en las elecciones legislativas celebradas el martes. Con el 98% del escrutinio en Nevada Catherine Cortez Masto lleva una ventaja de 6.526 votos, o sea, del 0,7%, al Republicano Adam Laxalt. Es una diferencia insalvable que deja el Senado con 50 demócratas e independientes que votan con los demócratas y 49 republicanos.
Queda un último escaño por adjudicar, correspondiente a Georgia, que se decide el 6 de diciembre. Pero su significado es mucho menor porque el vicepresidente de EEUU también preside el Senado, y tiene voto en caso de empate en la cámara. Hasta 2024, ese puesto será ocupado por un demócrata, Kamala Harris, por lo que ese partido necesitaba solo 50 escaños para tener la mayoría. El resultado demócrata en el Senado es extremadamente inusual. En el último medio siglo, el partido que controla la Casa Blanca ha logrado expandir su mayoría en el Senado en unas elecciones legislativas como éstas en solo tres ocasiones: en 2002 (con George W, Bush), y en 2018 (con Donald Trump).
El recuento de los votos para el Senado ha estado rodeado de suspense durante cinco días debido al escrutinio en Arizona y Nevada. En el primero de esos estados no se supo el ganador hasta el viernes, cuando quedó claro que el senador demócrata Mark Kelly había logrado ventaja suficiente respecto de su rival republicano Blake Masters. Esta madrugada, con el 88% de los votos escrutados, Kelly llevaba 5,7 puntos porcentuales a Masters, reseñó El Mundo.
El fracaso en Arizona y en Nevada es un nuevo golpe para el partido republicano, a que las encuestas daban como claro vencedor en estas elecciones, con casi dos tercios de posibilidades de ganar el control del Senado, según el medio de comunicación especializado en formación política Cook Political Report. Tanto Masters como Laxalts pertenecen al a la dura del partido, y ambos han afirmado repetidamente que Joe Biden ganó las elecciones de 2020 cometiendo fraude.
Masters, en concreto, es un defensor de la «teoría del reemplazo», que afirma que existe un plan premeditado para sustituir a la raza blanca por otras, lo que explicaría el fenómeno de la inmigración ilegal. Una de sus mayores influencias es el filósofo neonazi Curtís Yarvin, que el año pasado calificó las invasiones realizados por el dos Hitler de «actos de autodefensa» y ha propugnado la sustitución de la democracia en Estados Unidos por una oligarquía de grandes empresas que nombren al Ejecutivo, que actuará de manera dictatorial.
El multimillonario de Silicon Valley Peter Thiel, que también tiene una actitud cuando menos distante hacia la idea de la democracia liberal, ha financiado la práctica totalidad de la campaña de Masters. Thiel es uno de los mayores accionistas de Meta (Facebook, Instagram, y WhatsApp), SpaceX (cohetes y viajes espaciales, controlada y dirigida por Elon Musk), y Palantir (‘big data’, sobre todo para agencias policiales, de seguridad, y espionaje).
Estas derrotas republicanas han sumido al partido en el caos. El fracaso sin paliativos va a ser una nube muy negra que sobrevolará el esperado anuncio de Donald Trump de su candidatura a las presidenciales de 2024, pasado mañana, martes. Pero, aunque las legislativas han puesto muy en cuestión las posibilidades del expresidente de imponerse, los problemas del Partido Republicano no se reducen a Donald Trump. El otro gran precandidato a la Casa Blanca es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que también hizo campaña por Masters y Laxalt. Los líderes de ese partido en el Senado y en la Cámara de Representantes, Mitch Mcconnell y Kevin McCarthy, respectivamente, también están viendo su liderazgo cuestionado.