(30 de marzo del 2023. El Venezolano).- La vergüenza ajena es algo ‘muy nuestro’; tanto, que buscarle un concepto o definición específicos es difícil, sobremanera, quizá sea como lo explica el sicólogo, dr Rafael San Román, una sensación de incomodidad, pudor, rechazo y desaprobación que sentimos personalmente, ante un acto de otra persona que podríamos considerar de risible, deplorable o patético. Es un sentimiento que aparece cuando vemos a otra persona en una situación que consideramos inadecuada y bochornosa, rayana en vituperable; el caso que nos ocupa, la trama de corrupción en Pdvsa.
Por Isaías Márquez
Incluso, va más allá, aunque el individuo, hombre o mujer, está quedando ante tal evidencia no se avergüence, nosotros, el colectivo, sí podríamos sentirla.
Por tanto, produce vergüenza ajena ver a personas de quienes se presume que poseen una formación integral, más una cierta inteligencia profesional colaboren en la administración pública nacional, quizá hasta anteponiendo intereses por el desempeño servil de un cargo público vitrina, que podría comprometerles a fungir de proxenetas de un régimen retardatorio y fallido, aparte de solicitar reconsideraciones para la suspensión de medidas internacionales impuestas a funcionarios del régimen con argumentaciones fuera de contexto, en busca, a priori, de una solución a la crisis secular sicioeconómica y sociopolítica, originada, tal y como es del dominio público, por los desvaríos y desaciertos administrativos del cargo y funciones, cuyas responsabilidades implican.