(04 de noviembre del 2020. El Venezolano).- Según informe de seguridad de NU para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), publicado a mediados de 2019, sobre alertas tempranas alimentarias, nos estima como un país de “ALTO RIESGO” junto con otros, también deprimidos, tales como Sudán, Nigeria y Haití).
Sufrimos una crisis grave y extendida, por una estanflación obvia, desde 11/2016; donde, según el FMI, nuestro PIB se orienta hacia una baja puntual y reafirmada, desde 2013 en más de un 50 % por colapso de su industria petrolera –desinversión- y deterioro de aptitudes del sector primario (agropecuario, principalmente), quizá, por las condiciones climáticas –fenómeno El Niño-, que conlleva sequías prolongadas; por otra parte, una devaluación lineal del bolívar, superior a un 15 %, según Barclays; escasez de insumos, medicinas, deterioro de los servicios médicoasistenciales; educación e infraestructura, además de las sanciones internacionales (¿?), que, según el régimen, nos afecta fuertemente. Y, atisbo de un crecimiento económico negativo, cercano a un 25 % a causa de la COVID-19 al cierre de 2020, según el FMI. Trátase de una crisis económica calificada como la más grave del último siglo, donde la caída del sector petrolero es taxativa.
Asimismo, la FAO aclara que “los países se clasifican como de “ALTO RIESGO” cuando existe una certeza sobre nuevas emergencias o un deterioro crítico de la situación actual de efectos virtualmente graves sobre la agricultura y seguridad alimentaria”, tal y como ocurre, hoy día, por la escasez de combustible.
Los niveles críticos de subnutrición entre los niños venezolanos se agravan por la pandemia en menores de unos cinco años, cuyos niveles de nutrición se igualan a los de psaíses paupérrimos, según la FAO.
Estrechez, inseguridad alimentaria y malnutrición, que dieron en conflictividad social y, en efecto, un éxodo masivo hacia países vecinos y/o hasta del sur.
Estamos ante un drama social complejo por una distribución desigual de la riqueza y del ingreso, donde afloran los conflictos sociales, el crimen, aberraciones e inestabilidad política. Y, huida de las inversiones necesarias a objeto de impulsar el crecimiento económico, enrevesado, hoy día, entre otras, por la pandemia e incertitud política.
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