(19 de agosto del 2019. El Venezolano).- Cristina Fernández de Kirchner está cerca de volver al poder. No pocos migrantes venezolanos en tierras gauchas relacionan al kirchnerismo con el chavismo, es homónimo casi. El resultado electoral de las PASO, esa suerte de primarias que le dio un resultado abultado frente a Mauricio Macri, encendió las alarmas de quienes ven una historia repetirse
Amanece y, aún arropada, reviso mi celular. No entiendo cómo me siento. Es lunes, 12 de agosto y ayer domingo fueron las elecciones primarias en mi país adoptivo. Ganó, por amplio margen, la opción que tiene como candidata para la vicepresidencia a Cristina.
Cuando digo Cristina, me refiero a Cristina Fernández de Kirchner, pero a ella sus seguidores la llaman por su nombre y, como comparto con varios de ellos, ya adopté sus formas. Con su dupla, Alberto Fernández, también ocurre lo mismo. Le dicen Alberto y a ambos los hermana tanto su apellido como una alianza política que está cada vez más cerca de conquistar la presidencia argentina. A Macri, actual primer mandatario y primer contrincante de los Fernández, en cambio, son pocos los que le dicen Mauricio. En tal caso a su apellido le suman la palabra “gato”, pero esa ya es otra historia, reportó la revista Climax.
Volvamos a esa mañana de lunes. Aún acostada y con una extraña sensación producto de los resultados electores, reviso Twitter en busca de información fresca y reacciones nuevas. No tengo ni que scrollear para encontrar algo que atrapa mi atención: un montón de tuits con la palabra dólar llenan mi pantalla de malas noticias, me llenan a mí de malos pensamientos. Lo peor es que esto que me invade ya lo he sentido antes. Me preocupo, me desespero, insulto. En una noche la cotización del dólar subió de 45 a 58 pesos. El ascenso fue sin anestesia y a mí me vino como un déjà vu inflacionario.
¿Qué pasó ayer?
La angustia que me aflige es, en parte, consecuencia de mis malas decisiones. En la semana cobré dinero de un trabajo y algo dentro de mí (mi experiencia en Venezuela) me exigía que lo cambiara a dólares porque es Argentina, porque hay inflación, pero no lo hice. Me siento tonta, ¿cómo no lo hice?, ¿cuánto dinero perdí? Llamo a un amigo argentino y le pregunto “¿qué hago?” y me dice que espere a que se calme. Insiste que tanto el dólar, como el país, se van a calmar y entonces allí podré comprar. Es un consejo válido. Lo tomo.
Cuando llegué a Buenos Aires el 31 de diciembre de 2017 proveniente de mi natal Caracas, con 19 pesos compraba un dólar. Hoy, viernes 16 de agosto de 2019, me pregunto si ya Argentina se aquietó, si ya el dólar encontró su lugar. No sé si comprarlo en 60 pesos. ¿Subirá? ¿Bajará? Es tan familiar esto que siento.
Le escribo a un comerciante informal y me ofrece 59. Lo pienso. “Si así es con Macri, ¿cómo será con los otros?”, me digo. No entiendo cómo me siento.
Lea el trabajo completo en Climax.