(08 de enero del 2023. El Venezolano).- PELÉ: EL ETERNO 10
Por Pedro Mosqueda
Parece contradictorio, pero es un triunfo mundial del deporte. Hasta la NASA le rindió un homenaje en el firmamento, Aunque el Olimpo ya le había reservado cupo hacia tiempo.
En 1980 el periódico francés L’ Equipe lo eligió como el deportista del siglo y Andhy Warhol, el artista que predijo que todo ser humano tendría sus 15 minutos de gloria, tuvo que aclarar que se equivoco: «Pelé será famoso durante 15 siglos».
Un colega de su generación afirmaba: » Me niego a catalogar a Pelé como el futbolista más grande de la historia. Estaba por encima de eso,» y el cineasta Piero Paolo Pasolini no lo pudo definir mejor: » Cuando el balón llega a sus pies, el fútbol se transforma en poesía.»
Logró en 1969 un alto al fuego en la guerra de Biafra (Nigeria), decretado con motivo del amistoso jugado en ese país.
Se mantuvo fiel a la camiseta del Santos (1956-1974) y sólo gracias a los esfuerzos de Richard Nixon el Cosmos de New York logró ficharlo en 1975, convirtiéndose en el deportista mejor pagado hasta ese momento.
Su retiro en 1977 fue decretado con motivo del amistoso entre el Cosmos y el Santos; con el ánimo conciliador que le caracterizó siempre, jugó un tiempo con uno y el siguiente tiempo con el otro.
«Antes de Pelé, el 10 era sólo un número», «dio voz a los pobres, a los negros y principalmente visibilidad a Brasil «, eso lo dijo Neymar, el actual 10 de la selección.
Un taxista recordó que cuando adolescente se cruzó con Pelé en la calle. «Iba acompañado por Xuxa, que era tan famosa como él, y yo le pedí un autógrafo en mi yeso, porque yo tenía un brazo roto, ¡y me lo firmó!»
El eterno 10 era así: humilde.
SERRAT: EL VICIO DE CANTAR
«Proclamo mi despedida por voluntad propia», dijo el sábado 24 de diciembre en Barcelona; fue el cierre de una gira que se inició en New York y recorrió parte de América y Europa. Todos los conciertos fueron de recuerdos y mucha nostalgia, pero este superó todas las emociones. Con Mediterráneo la ovación fue estruendosa.
Dijo en broma haberle fallado al público por no llorar y fue imposible: con FIESTA las lágrimas surcaron las mejillas.
Y para subir el vértigo toda esa gran familia reunida en el Palau Sant Jordi (incluido Pedro Sánchez y su comitiva) le metían más presión al joven octogenario: Hoy puede ser un gran día gritaban; luego todo el público entonaba Cantares, dejando la antesala para la emocionante Paraules d’ amor.
Una despedida a lo grande, como todo un caballero que deleitó a su público durante 57 años. Caminante no hay camino…
No ha muerto aún. Tampoco lo hará cuando se vaya. Sólo un hasta luego de los escenarios, y un para siempre en nuestros corazones.
NICOLAS REDONDO, UN SINDICALISTA DE HIERRO
La Cabalgata de los Reyes Magos y el entierro de Nicolás Redondo, el último eslabón de todos los Psoes, copó todos los titulares y noticieros de España este 5 de enero.
Tenía 95 años y la UGT lo ha despachado con un mensaje claro: «Una figura imprescindible del sindicalismo y la política en España, durante la dictadura, la transición y la democracia». Hijo de un condenado a muerte que al final no fue fusilado.
Es unánime la opinión: una aleccionadora hoja de servicios políticos y honestidad blindada.
Enfrentó a su gran amigo y pupilo el presidente Felipe González; huelgas, votos en contra en el Congreso y durante una de esas huelgas (14/12/88) hasta los relojes se pararon. El noticiero de RTVE abrió con esa noticia y seguidamente el locutor informó: » Ahora nosotros también nos sumamos al paro».
Años atrás le levantó la mano: «Me inclino por Felipe González porque lo considero el más idóneo por su alto nivel intelectual y capacidad de expresión».
Así fue su declinación en la Convención de Suresnes (1974), cuando lo iban a elegir por consenso para la Secretaria General del nuevo PSOE, lo cual no aceptó y la historia demostró que la escogencia fue correcta, en ese momento no estaba equivocado; él creía después que Felipe lo había encandilado con su verbo.
«Thatcher a su lado es una roja», le disparaba desde la cintura al presidente, su viejo amigo, para criticar el rumbo modernizador y amplio que Felipe González le imprimía a su gestión.
Es obvio que el roble sindicalista no tenía toda la razón; fue demasiado perfecto para no tener defectos; se quedó anclado en el pasado radical cuando el mundo y sus antiguos compañeros habían cambiado y entendido los nuevos tiempos.
Contaba que su madre, provista de un alto sentido del humor le llamaba «Pierdecasas» (en Venezuela le llamamos pelabolas) y en una oportunidad la buena matrona se lo recordó a uno de sus hijos, también sindicalista que estaba detenido: «Tú como tu padre y tu abuelo, eres un pierdecasas».
Esta semana media España ha llorado al eterno pelabolas y todas las fuerzas políticas lo acompañaron hasta su última morada.
LA VICTORIA DE VICTORIA
Fue suya la victoria, doña Victoria de Stefano.
Fue suya cuando estudió filosofía y letras en la UCV, cuando obtuvo su grado, y se dedicó con brillantez a la docencia universitaria.
Fue suya cuando sus alumnos quedaron asombrados en sus clases, y sus vidas, sus mentes y sus corazones cambiaron por completo, para convertirse en humanistas, como usted les enseñó.
Fue suya la belleza, que alumbraba los pasillos de la UCV, y que derrotó las murallas de aquel aguerrido izquierdista, guerrillero y filósofo irreverente que fue Pedro Duno, que tanto le amó y con el que dejaron hijos que les trascienden.
Fue suya en cada palabra, en cada verso, en cada cuento, en cada novela, en cada ensayo, El desolvido (2006), El lugar del escritor (1992), La noche llama a la noche (1985), Cabo de vida (1993), Historias de la marcha a pie (1997), Lluvia (2002), La refiguración del viaje (2005), Pedir demasiado (2004), Paleografías: trazos oscuros sobre líneas borrosas (2010)
Fue suya, Victoria, porque sus amigos, alumnos y lectores la veneraban por su inteligencia, su calidez, su elegancia. Fue suya la elocuencia en las charlas, entrevistas, conversatorios, lecturas.
Seguirá victoriosa, Doña Victoria de Stefano, ahora que usted se ha ido a dialogar con Duno y García Bacca…