(28 de julio del 2025. El Venezolano).- A estas horas solíamos sentarnos en el sofá del HM o en el de tu casa para filosofar sobre nuestra patria, literalmente, Venezuela nos quitaba el sueño cada noche, coincidíamos en cómo recuperar la república, en cómo sembrar los valores y principios que se han perdido en el camino. ¡Cuántas anécdotas nos contamos y cuánto aprendí de ti!
En estos 75 días me enseñaste tantas cosas… me enseñaste amor, rigurosidad, disfrutar de la vida, ilusión, vi cómo amaste cada minuto a las personas que te rodeaban, cómo ayudaste a muchos. Disfrutamos juntos viendo CSI: Las Vegas o Pasapalabra, ese programa que tanto te gustaba. Y claro, cómo olvidar que pasabas la noche diciéndome que moviera el ventilador o bajara el aire acondicionado. Siempre traté de complacerte.
Como aquella noche en que me obligaste a escaparnos del área del hospital para respirar aire puro en el patio. Después de horas, los guardias nos encontraron muertos de risa. O cuando te puse guapo para ir a visitar a tus amigos venezolanos, o a los de la farmacia. Porque si de algo puedo dar fe, es de la cantidad de personas que te querían. Tenías una aura de bondad que te bendecía.
Querido amigo, jamás olvidaré nuestras últimas horas juntos. Todo lo que me contaste se queda conmigo, y también lo que me pediste. Gracias por permitirme acompañarte en esos últimos días, porque no te cuidé, como decías… te acompañé. Y sólo espero haberlo hecho bien. Espero que nuestras risas, nuestras historias, hayan hecho tu camino un poco menos doloroso.
Tantos planes… Tantas ganas de vivir… Tanta ilusión por tu país, nuestro país.
Donde sea que hayas ido, espero volverte a encontrar en la próxima vida.
Jamás te olvidaré. Nunca olvidaré tus últimas palabras, tu beso, ni tu cariño.
Que la tierra te sea leve, amigo.