(22 de agosto del 2019. El Venezolano).- Los incendios que se expanden en la Amazonia, con especial incidencia en Brasil pero también en Bolivia, disparan alarmas en el mundo por la importancia medioambiental del que es considerado como el mayor pulmón vegetal del planeta.
Estas son algunas claves de un paraíso ecológico que, en parte, está en llamas por causas no aclaradas, pero vinculadas a la sequía, la emergencia climática y la deforestación provocada por el ser humano, aunque según el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, algunas ONG pudieran haber provocado el desastre.
El 25% de la superficie del continente
Es la mayor floresta tropical del mundo y representa poco más de la mitad del bosque húmedo que existe en el planeta, que junto con las plantas marinas es clave para la generación de oxígeno.
Se extiende sobre 7,4 millones de kilómetros cuadrados, que son equivalentes al 5% de la superficie total de la Tierra y a casi el 25% del continente americano. Un 60% de ese territorio está en suelo brasileño.
Ocho países y un organismo inoperante frente a las crisis
La Amazonia es compartida por Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.
Esos ochos países son miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), organismo intergubernamental fundado en 1995 sobre la base de acuerdos firmados en 1978.
Aunque promociona diversos planes de cooperación y protección del medioambiente, la OTCA ha perdido fuerza con los años y se muestra inoperante ante crisis como las desatadas ahora por los incendios.
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Las mayores reservas de agua dulce del planeta
La región atesora casi el 20% de las reservas de agua dulce del planeta, un recurso que, según la ONU, puede ser motivo de “guerras” durante el siglo XXI.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el planeta puede tener un déficit hídrico del 40% en 2030 si no cambia el actual modelo de consumo y preservación.
Parte de esa riqueza está en el río Amazonas, declarado en 2011 como una de las “maravillas naturales” del planeta, que es el más caudaloso y largo del mundo, nace en Perú y desemboca en el océano Atlántico tras un recorrido de unos 7.000 kilómetros.
Sin embargo, muchos de los ríos de la región están contaminados. La OTCA calcula que, en los últimos 50 años, sobre el río Amazonas y sus afluentes se han vertido unas 1.300 toneladas de mercurio, usado en la minería ilegal, que Bolsonaro pretende regularizar.
Biodiversidad única en el planeta
El bioma amazónico contiene unas 30.000 especies de plantas vasculares, muchas de ellas con enormes calidades alimenticias y medicinales. Según la OTCA, alberga también 2,5 millones de especies de insectos, 2.500 especies de peces, más de 1.500 especies de aves, 550 especies de reptiles y 500 especies de mamíferos.
34 millones de habitantes
La Amazonia es una región virtualmente despoblada, pero aun así en ella viven 34 millones de personas, de las cuales un 60% está concentrada en polos urbanos, como la ciudad brasileña de Manaus, que tiene 2 millones de habitantes.
420 tribus indígenas y 86 lenguas
De acuerdo a datos de la OTCA, en la Amazonia viven unos 3 millones de indígenas, distribuidos en 420 tribus que hablan 86 lenguas diferentes y 650 dialectos.
En Brasil, los indígenas ocupan 600 reservas que en total abarcan 109,6 millones de hectáreas, equivalentes al 13 % del territorio nacional.
El Gobierno de Bolsonaro ha dicho que no creará nuevas tierras indígenas, que en su mayoría constituyen zonas de reserva ambiental y cuyos habitantes han denunciado que se sienten amenazados por las políticas del líder de la ultraderecha.
Más del 20% destruido por la mano del hombre
Según cálculos de organizaciones ecologistas, cerca del 20% de la Amazonia ha sido destruida durante los últimos 50 años por la acción depredadora del hombre, que ha avanzado sobre la selva para expandir fronteras agrícolas o explotar riquezas minerales.
En Brasil, ese proceso se ha acelerado desde la llegada al poder de Bolsonaro, quien está decidido a abrir la Amazonia para empresas privadas en los sectores de minería, agricultura y turismo, entre otros.