(01 de abril del 2024. El Venezolano).- Lo que he visto en lo que va de siglo es muy distinto a lo que dicen de Manuel Rosales en sectores de la opinión pública.
Por: Alexander Montilla
En las elecciones de los años 2000, 2004 y 2008 derrotó a los candidatos de Chávez.
Aún se consiguen videos de como el entonces Presidente encabezaba monumentales actos en el Zulia tratando fallidamente de liquidar a Rosales.
En las de 2017 articuló a la oposición y salió a buscar votos para Juan Pablo Guanipa, consiguiendo derrotar al gobernador chavista de entonces.
Y el 21 de noviembre de 2021 volvió a derrotarlos. Incluso la unidad que lideró ganó 15 de 21 alcaldías, 9 de 15 legisladores y 16 cámaras municipales.
Fueron victorias complejas porque para nadie es un secreto lo que implica en Venezuela competir contra el poder del estado.
De hecho, en la de 2004 Chávez celebró 20 triunfos, pero no pudo con Rosales en el Zulia ni Morel en Nueva Esparta. Y la victoria de Rosales fue sobre un general de división de la más alta estima para el Presidente.
¿Derrotas?
Sí. En la presidencial de 2006 se midieron cara a cara Chávez y Rosales. Un año atrás la oposición le regaló al oficialismo todas las bancadas de la Asamblea Nacional creyendo que esa era una potente forma de luchar. Con el ánimo en ruinas el electorado seguía apático y abstencionista.
Entonces, Rosales accedió a las propuestas de algunos partidos y en septiembre comenzó a recorrer el país. En solo cuatro meses reanimó a las masas con sus famosas “avalanchas” y, aunque perdió, dejó la ruta activada para la victoria opositora en el referéndum constitucional del 2007.
Toda Latinoamérica conoció en detalles la rudeza de las confrontaciones mediáticas entre Chávez y Rosales. Quien quiera ampliar datos puede consultar en las redes. Abundan episodios.
¿Y con Maduro?
Cambiaron matices, pero no el fondo. Maduro envió a sus 10 principales líderes al Zulia en 2021 para evitar la derrota del gobernador oficialista y cuidar las 21 alcaldías.
El equipo de Rosales ha comentado que no se les permitieron cuñas audiovisuales, vallas ni pancartas y que, además, el acceso a la gasolina era nulo.
Pero Rosales se caminó todo el Zulia y arrasó.
Quienes hablan de compadrazgos quizás desconocen lo ocurrido tras esa victoria.
Rosales ganó el 21 de noviembre y tardaron 20 días para juramentarlo. Nunca hubo una explicación.
En ese lapso, Maduro absorbió todos los peajes, el aeropuerto, el puerto, el puente sobre el lago y otras dependencias que manejaba el gobernador chavista.
Rosales narraba en la presentación de la memoria y cuenta que ni siquiera le dejaron dinero en la tesorería, vehículos, oficinas ni los inmuebles básicos. Mostró videos del estado en que consiguió el palacio ejecutivo y la residencia oficial.
Ya como gobernador en ejercicio, Rosales ha aceptado las invitaciones institucionales de Maduro en Miraflores.
El supuesto compadrazgo no ha funcionado porque en estos dos años Maduro no le devolvió ninguna de esas competencias.
Que Rosales no se suma a los radicales que atacan a Maduro, es cierto. Pero tildarlo de vendido por eso, luce inmerecido.
¿Y la candidatura?
Si Rosales no se postulaba, estuviéramos listos para caer en la abstención tipo 2018 y disfrutar de los comunicados internacionales cuyos párrafos ya son conocidos.
Entretanto, Maduro salía el 28 de julio a decir que obtuvo los mismos 10 millones de votos que anunció el CNE el día del referendo sobre el Esequibo.