(15 de noviembre del 2021. El Venezolano).- Tres interrogantes, se hace el historiador Elías Pino Iturrieta en su artículo “CAP o el chavismo como gríngola” (La aldea, 31. 10. 2021) para atacar, que no historiar, al Presidente Carlos Andrés Pérez, con la nada, calidad ética de su profesión, al adelantar sobre el mismo… “cuyo tránsito por los corredores de la democracia no voy ni siquiera a intentar” al respecto pensamos, que ni un aprendiz de historia desecharía un personaje con aciertos y errores como Pérez, pero si su prestigio le da ese derecho, también a sus lectores, para exigirle precisiones y no pensar, que toda su obra de historiador está enmarcada en esa concepción <<no voy ni siquiera a intentar>> con lo cual no se escribe historia, sino historieta.
Lo que no entendemos es la defensa del doctor Pino Iturrieta a Carlos Andrés Pérez, a propósito de la “Ley del Odio” (Agosto 27 de 2021) << La frase de Chávez ante la muerte de Carlos Andrés Pérez (Yo no pateo perro muerto) resume una manera de expresar sentimientos destructivos destinados, por desdicha, a establecerse en la vida venezolana. Ningún hombre público del pasado había descendido hasta un ataque tan vil a un político que dejaba de estar entre nosotros, por mucho que se pudiera reclamar de sus pasos como gobernante. Quién busque en los anales de las diatribas de la política durante las horas más borrascosas del país, no topará con una expresión tan asquerosa. Quizás en lo que habitualmente se conoce como bajos fondos de la sociedad pudiera sonar la expresión soez con el propósito de atacar a un adversario, aun en el caso de que ese adversario ya no pudiera responder, pero jamás había sucedido en la tribuna para que lo escucháramos todos. “Yo no pateo perro muerto”, dijo cuándo se le pidió un comentario sobre el deceso de quien fuera dos veces presidente de la República >>.
Al respecto, no me considero “carlosandrecista” como tampoco soy bolivariano. Pero, a Carlos Andrés Pérez hay que observarlo por encima de cualquier cosa, como un demócrata a carta cabal y a riego de su vida. Sería interesante saber, por dónde andaba el doctor Pino Iturrieta, cuando Pérez combatía a militares golpistas y comunistas guerrilleros, en la década de los sesenta y sus dos presidencias, de todo lo cual hay que hablar pero no, con la alevosía de responsabilizarlo de “el chavismo como gríngola” porque antes de su segunda presidencia, el golpismo de 1992 estaba anidado en las Fuerzas Armadas y aquí, la historia exige respuesta a las interrogantes de Pino Iturrieta.
¿Acaso los problemas no resueltos de los últimos años de la democracia trajeron el advenimiento del chavismo? ¿El liderazgo de los 90, tuvo como responsables preponderantes en el deterioro de la democracia venezolana? ¿La sociedad ha asumido la cuota de participación en la pérdida de la democracia? Entre otras cosas, por las recomendaciones de los positivistas venezolanos que cita en su ensayo “Positivismo y Gomecismo”, Vallenilla se preocupa por la utilización de fuentes primarias. <<La historia se escribe con documentos, piezas que deben someterse a la crítica externa de procedencia y de interpretación a la crítica interna o psicológica, que es la crítica en sí>>.
Sirvan pues, las no respondidas interrogantes de Pino Iturrieta para analizarlas, en el marco del Centenario de Carlos Andrés Pérez, sin hormonas alteradas, ni corazones entristecidos, con racionalidad precisamente, y la metodología de los positivistas que estudiaran, además de una sugerencia de Cesar Zumeta: ”el que se limita a la pura enunciación de los hechos es simplemente cronista”.
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