(22 de marzo del 2021. El Venezolano).- Las vacaciones y las celebraciones de los carnavales ocasionaron un alza en el número de contagios y muertes en el gigante suramericano, según apuntan los expertos. Este panorama tiene al borde del colapso a 25 de los 27 estados de este país. Mientras tanto, la OMS advierte que esta situación es un peligro para la región y para el mundo.
“Brasil vive el mayor colapso sanitario y hospitalario de su historia”. Esas fueron las palabras que utilizó el mayor centro de investigación científica de América Latina, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), con sede en Río de Janeiro, para referirse a la devastadora situación que hoy vive el gigante de América Latina por la pandemia del coronavirus, reseñó El Tiempo.
Se estima que en 25 de los 27 estados del país, de unos 210 millones de habitantes, las tasas de ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) son iguales o superiores al 80 por ciento, según datos del Observatorio Covid-19. De hecho, en 19 capitales (las de mayor concentración de ciudadanos) las UCI están al 90 por ciento de su capacidad.
La situación es crítica. Brasil, actual epicentro mundial de la pandemia, viene encadenando un promedio récord de 2.087 fallecidos durante la última semana. Además, la cifra de contagios diarios también está disparada: solo el viernes se registraron 90.500 infecciones, el mayor dato desde que empezó la pandemia en el país. Incluso, el gigante suramericano superó el fin de semana pasado a India en el número de contagios, con lo que se ubicó como el segundo país más afectado por el virus con más de 11,7 millones de contagios y unos 287.000 decesos, según la Universidad Johns Hopkins.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que la actual situación del Covid-19 pone a Brasil bajo “una amenaza extrema” que, además, representa un peligro para América Latina y el mundo.
Lo que preocupa a las autoridades es que haya una mayor tasa de transmisión de la variante P.1, que se originó en el estado de Amazonas. “Todas las variantes de interés son importantes a nivel nacional y mundial. Todas tienen implicaciones potenciales más allá de las fronteras nacionales”, dijo en conferencia de prensa Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS.
Ante esta radiografía, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), oficina regional de la OMS le lanzó una advertencia al Gobierno brasileño para que aplique medidas que mantengan el virus bajo control.
“Al día de hoy, podemos decir que la transmisión del SARS-Cov-2 es ‘alta’ o ‘muy alta’ en todas las regiones de Brasil y está aumentando al mismo tiempo en todas las regiones de Brasil. Yo diría que esta es la diferencia en comparación con la ola pandémica de 2020; lo que ahora tenemos es un aumento simultáneo en todas las regiones de Brasil”, le explicó a EL TIEMPO, en un correo electrónico, el doctor Sylvain Aldighieri, comandante de incidente de la OPS y subdirector del Departamento de Emergencias Sanitarias.
Todo este panorama ocurre pese a que este país cuenta con un elogiado sistema de salud y reconocidas campañas de vacunación a nivel mundial, pero que para esta pandemia aún va en niveles muy bajos.
A pesar de eso, expertos consultados por este diario coinciden en que esta devastadora situación en Brasil es el resultado de una mayor transmisión del virus durante la época de vacaciones y de carnavales.
Hechos que, además, se suman a una falta de coordinación clara por parte del Gobierno federal, cuyas políticas han sido confusas y en ocasiones han subestimado la verdadera gravedad del Covid-19. Además, el Ejecutivo tampoco ha tenido una política clara desde el Ministerio de Salud.
De hecho, esta semana se nombró a la cuarta persona en ocupar esa cartera en un año de pandemia.
La administración del presidente Jair Bolsonaro, por otro lado, se ha resistido a imponer medidas de restricción, pese a los insistentes pedidos de los gobiernos regionales. Río de Janeiro, por ejemplo, anunció el cierre de sus playas durante este fin de semana. Bolsonaro respondió demandando ante la justicia del país los decretos de las autoridades locales que suspenden las actividades económicas para contener el contagio.
Esta exigencia busca limitar el poder de gobernadores y alcaldes para imponer medidas restrictivas, lo que les quita maniobrabilidad a los dirigentes regionales que conocen las cifras y viven día tras día la amenaza del colapso sanitario.
Ramos también explicó que la situación que se vivió en Manaos (en el estado de Amazonas) a principio de año, en donde muchas personas morían ahogadas por falta de oxígeno, hoy se está replicando en el estado de Rondonia. “Estamos preocupados por la situación en Rondonia (…). Esto es lo más dramático que puede pasar, que la gente muera sin aire y sin oxígeno”, dijo Ramos.
Las consecuencias del caos sanitario ya se están viendo en algunas partes del país. Según pudo constatar la agencia Efe, el cementerio de Vitória de Santo Antao, una localidad ubicada en el estado de Pernambuco, atraviesa una grave situación.
“Las decenas de cadáveres se están amontonando dentro de costales en el fondo del cementerio, al aire libre, tapados con lonas plásticas en condiciones precarias y con algunas partes expuestas que se salen de su envoltura, como quijadas y manos (…)”, describió esa agencia, que recalcó que este es un problema que se viene presentando hace una década en esta ciudad, pero que ganó mayores proporciones durante los últimos meses con el aumento de las muertes por causa del Covid-19.
En cuanto a la respuesta política, Rafael Duarte, internacionalista del departamento de Ciencia Política de la Universidad de São Paulo, le dijo a este medio que el gobierno Bolsonaro no incentivó el cumplimiento de las normas de bioseguridad. “El propio presidente estimuló en la población un comportamiento negacionista e irresponsable, como el no uso de los tapabocas”.
Otra de las características que tiene esta segunda ola que afecta a Brasil es que en los hospitales hay cada vez más casos de personas jóvenes. “Estamos viendo una prevalencia de pacientes más jóvenes, sin comorbilidades, internados con cuadros muy graves”, le detalló a la AFP Jaques Sztajnbok, supervisor de una UCI en São Paulo. “Parece una situación frecuente en todas las UCI de Brasil”, agregó el médico. Organizaciones como MSF y la misma OPS han dicho que la respuesta en Brasil durante esta segunda ola no fue la adecuada. Ramos, por ejemplo, dijo a EL TIEMPO que no hubo una respuesta centralizada, clara y coordinada en el país. Aldighieri calificó las medidas de salud pública implementadas en Brasil como “subóptimas” en la mayor parte del territorio.
Respuesta política
Y esta situación ya le está pasando factura. Según encuestas reveladas por el instituto Datafolha, el 56 por ciento de la población piensa que Bolsonaro no tiene condiciones para liderar al país. Y desde el regreso del expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, el actual mandatario tuvo que ajustar su discurso: reconoció que la vacunación es importante (pese a que el país aún lleva un ritmo lento) y ahora se le ve con tapabocas en algunos eventos públicos. Pero insiste en rechazar las cuarentenas y los cierres de los establecimientos no esenciales.
No obstante, para Duarte estas son motivaciones puramente electorales, pensando de cara a la reelección de 2020. “La sanción social ya está comenzando a aparecer en las encuestas. La población de diferentes estratos sociales comienza a rechazar la falta de acciones del gobierno Bolsonaro para la pandemia”, aseveró.
El llamado que le han hecho las autoridades al Gobierno es a tomar las medidas que sean necesarias para controlar el azote de la pandemia. “Es fundamental reducir la transmisión en Brasil, y en todos los países, para salvar vidas y disminuir la posibilidad de nuevas variantes. La seguridad de todos depende de la capacidad de cada país para responder adecuadamente a la pandemia”, recalcó Aldighieri.
Fuente: El Tiempo