(12 de abril del 2021. El Venezolano).-Después de año y tres meses de pandemia dos hechos que van en sentidos opuestos se han ido desarrollando en relación a la misma. Por una parte, el coronavirus se presenta en nuevas cepas. Los rebrotes de este flagelo van arrinconando a los pueblos, atemorizándolos, haciendo inseguro cada espacio del planeta. Por otra parte, son varias las industrias farmacéuticas que desde distintas latitudes producen vacunas para combatir el virus y se anuncian nuevos laboratorios y países productores.
Son dos fuerzas en choque. Estudiosos de la materia anuncian que vendrá una tercera ola de la epidemia, que las mutaciones del virus están a la vuelta de la esquina con mayor capacidad de contagio y peligro, como un terco empeño de este maleficio por imponerse.
Los Estados nacionales, sin embargo, no están en actitud pasiva, sino que han puesto el mayor empeño en proteger a sus habitantes. Países como Israel y los Estados Unidos han avanzado sensiblemente en la vacunación de su población. En América Latina sobresale el exitoso esfuerzo de Chile.
En otros pueblos la vacunación se encuentra alrededor del 1% de la población. En esos rangos se encuentran México, Colombia, Perú, Argentina. Venezuela en ese grupo, un poco por debajo. Hasta ahora hemos tenido conocimiento de que han llegado a nuestro país 650.000 dosis de vacunas, chinas y rusas. Si se hubiesen aplicado todas, las dos dosis, eso arrojaría 325.000 personas beneficiadas.
La desesperación comienza a hacer de las suyas en una clara y cruda defensa del derecho a la vida. Ya ninguna medida o anuncio satisface. La gente quiere vacunas. El de izquierda, el de derecha, el de centro, no importa la tendencia política. La prioridad es la vacuna. Si son chavistas u opositores, tampoco importa. Todos claman por las vacunas.
Hoy, ante esta grave circunstancia, los venezolanos reclaman decisiones inmediatas. Cualquier retraso por parte de quienes tienen en sus manos salvar vidas no puede ser interpretado sino como negligencia, desprecio por la vida humana. No hay excusa alguna para poner trabas ni para retrasar más la vacunación masiva de los venezolanos.
Por eso no tiene sentido alguno que el sector político que controla CITGO, empresa que tiene liquidez de sobra para negociar millones de vacunas, no haya procedido a liberar esos fondos para dotar al país de las dosis de las que urgimos. Ese grupo político simplemente tiene que abandonar la estrategia de agravar la crisis y pensar en las vidas de los venezolanos.
Ese grupo tiene vara alta con las potencias que mantienen secuestrados oro y depósitos bancarios venezolanos equivalentes a miles de millones dólares. La verdad es que esas potencias confiscaron esos recursos a petición de ese sector. En esta hora de emergencia nacional ya deberían haberle pedido a sus socios o jefes en esas potencias que liberaran esos fondos para salvar vidas.
Esperamos que cese la perversidad que llevó a la estrategia de agravar la crisis reteniendo los ingresos del país, bien confiscándolos en el exterior, bien prohibiendo la compra de nuestro petróleo. Se trata de salvar vidas. ¡Liberen esos fondos!
Tampoco se entiende por qué si desde hace doce semanas FEDECAMARAS presentó un plan concreto para adquirir 6 millones de vacunas todavía no ha recibido la autorización del gobierno para proceder a la negociación. Ya han dado los pasos con los fondos de financiamiento, con la Organización Mundial de la Salud y con proveedores rusos, chinos e indios. Se trata de gremios empresariales produciendo en la peor de las condiciones, pero comprometidos en aportar para que el 10% de la población pueda vacunarse.
Los venezolanos esperamos que se destranque la burocracia pública, que cese cualquier pretendido monopolio de las vacunas que pueda tener cualquier individualidad o sector del gobierno. Enfrentar el coronavirus es una responsabilidad de todos. Pongamos a Venezuela primero.