(31 de julio del 2020. El Venezolano).- “Hallamos en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia: primera, la competencia; segunda, la desconfianza; tercera, la gloria.” Thomas Hobbes.
La política no tiene porque ser mezquina, ella tiene sus momentos de nobleza, pero es visible que a Guaidó lo han dejado solo, como si contagiado por el virus estuviera. Apostando a la pérdida de su capital político, algunos líderes han evadido su responsabilidad de acompañarlo,
sin darse cuenta que con su actitud han debilitado su liderazgo, lo cual forma parte de su propio capital. La solidaridad ha sido meramente declarativa, en ocasiones hipócrita, y eso la gente
también lo percibe.
Son tantas las contradicciones, enfrentamientos e inquinas entre ellos, que
explica, en parte, la falta de una estrategia que cohesione para la ejecución de acciones que debiliten al régimen para lograr el cese de la usurpación.
Es obvio que no están remando al mismo ritmo y en el mismo sentido que se requiere. Unos prefieren quedarse quietos, por temor o por mezquindad, observando el desgaste de los demás; otros colocan el remo de tal manera que el bote, en el cual andamos todos, se mueva en círculos, hacia ninguna parte, perdiendo esfuerzos, recursos y toda oportunidad de avanzar,
matando toda esperanza en un pueblo sacrificado que responde con desgano ante cualquier iniciativa grupal, por muy interesante que parezca.
Esas mezquindades políticas de muchos pseudo líderes quedarán registradas en la historia porque para ellos ha tenido mayor peso sus ambiciones personales que la libertad, la democracia y el progreso de nuestra nación. No es una incitación al odio ni al desprecio, es
simplemente, un reclamo por su contribución a la desunión, al no prestar atención a los llamados de conciencia de los demócratas de corazón.
Es una exhortación a cambiar de actitud, a deslastrarse de todo prejuicio, duda o desconfianza para que nos dispongamos a acompañar efectivamente a Guaidó a librar las batallas definitivas que hacen falta para que el país cambie de rumbo. Sólo no puede ni podemos. Ya falta poco para ver coronados los esfuerzos que la historia, la moral y el espíritu democrático reclaman. Ya falta poco para que ese día inmenso llegue y nos encuentre unidos, sin miedo ni resquemores.
Tan necesaria es la defensa de la patria como la de los partidos políticos, cuya democracia interna reclamaremos tan pronto logremos el fin de la tiranía. Todos necesitamos un período de renovación porque estamos frente a un cambio de era y de paradigmas que nos obliga a revisar y reconceptualizar todo. Venezuela está siendo utilizada como un peón necesario para la destrucción y no para la construcción de algo nuevo. Por eso necesitamos fortalecernos en la unión, con una visión trascendental del mundo y de nuestras relaciones, con un país preparado a asumir con responsabilidad y coraje su luminoso destino, consciente de su favorable porvenir.
Caminemos de la mano de Dios, como aconsejaba Jorge L Borges, porque con él todo mejora siempre. Cuando estemos a solas con nuestra conciencia pensemos en la certeza o no de lo que ya expresó Jean P. Sartre: “estamos condenados a ser libres”.