(23 de mayo del 2023. El Venezolano).- Toda estructura de poder se impone tarde o temprano. En parte porque cuenta con el aparato, en parte porque, todo el peso ciudadano se ha debilitado y no queda focos de resistencia. Al inmigrante latino le ha faltado el empuje y la crudeza de demanda que lo expresa a flor de piel cuando convierte en una odisea sus nacientes circunstancias, y todo lo aborda con su espada, un rebelde con causa, pero, una vez cuando regula su situación, el sistema lo adapta y lo adopta. Fin del conflicto.
Luz Acosta (Medellín, 52 años), masajista médico, no es la primera ni la última nacida fuera de Estados Unidos, que se nacionaliza, después del calvario correspondiente, y se enfrenta a las intemperancias de un sistema que se manifiesta a través del gobernador del estado de Florida, Ron DeSantis, quien cada vez que abre la boca, sacude la estructura, aunque la estrategia ha funcionado si se toma en consideración que lo radical, lo decididamente extremo, tiene su público, incluso en grado supremo.
“La política que este señor quiere implantar no es otra cosa que un estado racista y divisionista. No se enfoca en las personas, que él dice que están en la frontera, que no están aquí, que no han llegado, que no tienen nexos ni viven ni comen ni producen ni pagan taxes en el Estado de Florida. Él combate así mismo, a la gente que está arraigada, que tiene negocios, hijos, es una cadena, y eso nos afecta a todos”.
Repugnante cerrar los ojos
Acosta está indignada por la manera cómo el gobernador configura su agenda previa a la selección del candidato republicano para las elecciones presidenciales de 2024. En la política vale todo, pero vale también alzar la voz y dar la cara, aunque la atención esté en otro lado. En Florida los inmigrantes están preocupados, tema que siempre ha tenido sus picos de discusión, pero que DeSantis ha llevado a unos niveles insuperables. De un calado restrictivo, de antología. La comunidad está confundida, aunque la estrategia luce salvaje. ¿Qué dice el gobernador?
En principio, la ley entra en vigor en el mes de julio. Se trata de un viejo empeño de DeSantis, un proyecto de ley migratorio, el cual fue aprobado recientemente por la legislatura estatal, y hace hincapié en el control de los inmigrantes. Contempla sanciones penales para quienes oculten, alberguen, transporten y proteja a quienes hayan arribado a Estados Unidos de forma ilegal.
“Eso me rompe el corazón”, recalca Acosta. “Y hablo como empresaria, como latina. Es devastador, repugnante cerrar los ojos ante una ley como esa. Yo tengo una familia mixta (una de las dos partes no tiene estatus migratorio). Mi esposo está en Colombia esperando por un waivers (el perdón migratorio) el cual supuestamente se daría en 180 días, y ya llevamos 24 meses y medio. Como latina, que espero por un proceso migratorio, no puedo apoyar a este gobernador”.
Sin duda que el grito de Acosta no es único. La semana pasada, Renata Bozzetto, subdirectora de la Coalición de Inmigrantes de Florida, declaró al medio CNN que está claro que la medida generó temor en la comunidad hispana, “un estado de miedo. Varias personas se comunican con nuestra línea directa, redes sociales y líneas directas con preguntas y comentarios. Sin embargo, no hemos recibido ningún reporte de empresarios o propietarios de fincas sobre el tema”.
Bozzetto se refería al proyecto de ley del Senado 1718 que obliga a los empleadores, con más de 25 trabajadores en nómina, a utilizar la planilla electrónica E-Verify con la finalidad de confirmar la elegibilidad de la mano de obra, y así monitorear que el aspirante esté en regla. En ese sentido, los gobiernos locales no pueden expedir la tarjeta de identificación a extranjeros que entren ilegalmente.
Acosta arribó a Estados Unidos hace dos décadas. Tiene dos hijos: ella, de 30 años, él de 21. En principio llegó al condado de Broward, Miami. Lugo pasó a Oregon, y más adelante retornó a Miami. Junto con su esposo fue expelida de Colombia por la violencia que estructuralmente protagonizaba Pablo Escobar Gaviria. “Pero, no conocíamos el racismo hasta que llegamos a EEUU, no sabíamos que hablar español era un pecado. Sabemos que el clima migratorio cambio después de septiembre de 2001”.
Salir de un país inestable, o bajo el impulso personal, y dejar que las circunstancias migratorias en EEUU definan tu destino, no deja de ser una forma de violencia dado que el método está hecho para negarte la opción de desarrollo, del sueño de libertad y oportunidad, salvo que llegues con los documentos en regla.
El Resumen Ejecutivo de Migration Policy Institute, de 2006, en esa ocasión reiteraba que la inmigración ilegal puede tener un impacto negativo en los salarios en el extremo más bajo de la escala salarial. A todas luces, 17 años después, las circunstancias, aparentemente, siguen siendo las mismas. “Y el trabajo de los inmigrantes, particularmente de los inmigrantes no autorizados, puede llevar a normas laborales decrecientes que socaven la posición de los trabajadores nativos”. Sin embargo, consciente del creciente dinamismo y los retos que eso significa, señalan que urge un nuevo sistema de política de inmigración.
La comunidad no despierta
Pero, DeSantis tiene un garrote vil. Se ensaña, es lo que transmite el criterio de Acosta, quien reitera que el Estado de Florida ha sido una especie de tubo de ensayo cada vez que hay una ley, de orientación transgresora a los inmigrantes, la implementan y listo. Evalúan los resultados y ya. Eso sí, donde Acosta es enérgica es en su actitud frente al silencio de los inmigrantes.
“A los únicos que he visto alzar su voz son los mexicanos. No he visto al primero colombiano o venezolano. Si tuviéramos consciencia de ayudarnos entre nosotros y que se respeten los derechos de los latinos que no tienen papeles, porque ya están aquí. Cómo vas a atacar a una comunidad que ya se arraigó. Ocurre que el latino cuando llega se le olvida que es inmigrante, que le dieron una oportunidad, y se vuelve americano”.
Resentida o no, quijotesca o no, quizás enarbolando una causa que merece más atención, y por tanto, una aproximación más sensible de la que promulgan las autoridades, Acosta representa a un puñado de voces que está ya hastiada de lazarle piedras al sistema, pero ella, sigue su lucha frontal, sin ceder terreno, a la espera de que la comunidad despierte y asuma el compromiso de hacer respetar sus derechos humanos.