(03 de noviembre del 2019. El Venezolano).- La situación que viven los barquisimetanos en términos económicos todos los días va en descenso y esto los afecta en todos los aspectos de la vida. Las actividades que desarrollan los niños y adolescentes en el tiempo fuera de su horario formal de clases se han visto golpeadas por la crisis económica que viven la mayoría de los hogares en el país, informó El Impulso.
Esas actividades extracurriculares se sacrifican por la falta de presupuesto o el desvío de dinero para otros gastos que los padres tienen en el hogar. El aumento en el valor monetario de este tipo de actividades ha motivado que los padres deban sacar a sus hijos del karate, de la academia de fútbol, de la escuela de béisbol o el ballet, generando problemas en el seno del hogar y en el comportamiento de estos niños o jóvenes.
El éxito y la continuidad de los niños y jóvenes en esta serie de actividades depende en gran parte del apoyo, la dedicación y compromiso de los padres y todo el núcleo familiar. Sin embargo, los bajos sueldos aunado a la hiperinflación que vive la economía venezolana pone en riesgo el normal desarrollo de los niños, niñas y adolescentes.
El costo de las actividades extracurriculares se ha incrementado entre 100 y 400%. Eso comenta Damarys Álvarez quien tiene a su hijo en una escuela de béisbol en el oeste de la ciudad y la mensualidad se incrementó de Bs. 20 mil a Bs. 120 mil.
Un reconocido dojo de Karate en el centro de la ciudad intenta sobrevivir ante la partida de sus profesores quienes han emigrado para buscar una mejor calidad de vida en otro país. “Eramos 4 sensei y ahora estoy yo con otro muchacho que pidió la oportunidad para enseñar artes marciales. Los alumnos también han emigrado o simplemente no han regresado porque sus padres no tienen cómo pagar la mensualidad”, dijo Carlos Torrellas, director de la academia.
Las tareas dirigidas que eran de las opciones más fáciles que tenían los padres a la hora de que los niños participaran en alguna actividad diferente al colegio, también han mermado. María José García quien impartía tareas dirigidas en su casa en el oeste de la ciudad, tuvo que dejar de hacerlo. “La mayoría de padres no mando más a los niños. No tienen como pagar. Siempre los veo porque son vecinos y los niños me dicen que quieren volver, pero no hay plata para las tareas dirigidas. Es compresible, o comes o son las tareas dirigidas. La cosa esta fuerte”, dijo García al equipo de Elimpulso.com
La situación repite con los cursos de inglés, las academias de fútbol y las escuelas de música.