(29 de noviembre de 2019. El Venezolano).- Cerca de 8.000 venezolanos portadores del VIH han abandonado su país por la crisis en búsqueda urgente de tratamientos antirretrovirales, un drama que, según alertaron expertos a Efe, requiere de hojas de ruta para su atención como parte del reto migratorio que vive América Latina.
La situación en Venezuela ha generado que quienes padecen VIH tengan que buscar ayuda por fuera o esperar en una lista a que el sistema de salud pueda darles antirretrovirales, que no llegan ante la falta de insumos.
Miguel Subero, originario de Valencia (Venezuela), que ahora reside en México y a quien hace 6 años le detectaron el virus, cuenta que los protocolos para informar y asesorar a los pacientes no es el adecuado en su país de origen.
“Yo fui a una consulta por un problema de piel y me dijeron que debía practicarme más pruebas. En un laboratorio de mi universidad me los realicé y cuando leyeron el resultado, de manera muy fría y delante de mucha gente, me dijeron que tenía el virus”, dijo.
Subero, que ahora brinda atención psicológica a personas con VIH y es coordinador de la Red de Regional de Jóvenes con VIH de América Latina y el Caribe, tuvo que desplazarse hasta Caracas, en donde solo le garantizaron cuatro meses de tratamiento.
“Después de eso me dijo el doctor que solo me podía dar tres cajas del medicamento que habían vencido y solo podían funcionar un tiempo más porque la molécula se va degenerando. Te dicen: es lo que hay”, se lamentó.
Muchos pacientes venezolanos con VIH no consiguen consultas médicas porque el sistema no tiene el tratamiento y por eso Subero partió hacia Colombia y llegó a Medellín, en donde al no tener papeles de residencia, aumentaron las dificultades para acceder al antirretroviral.
“Un amigo me ayudó a conseguirlos y tenía que pagar 200.000 pesos (57 dólares) para adquirirlo. Quien me lo vendía también padecía VIH pero él había decidido no tomar el tratamiento. Eso hizo que me sintiera tan mal, pero al mismo tiempo pensaba en mi vida”, comentó Subero.
Luego de un tiempo en Colombia y trabajando en un geriátrico pudo conseguir el dinero para viajar a México, en donde a través del Programa Santuario de Clínica Condesa accedió a los medicamentos, reseñó EFE.