(19 de mayo del 2022. El Venezolano).- Ha sobrevivido al terror de Eustoquio Gómez, a la peste española (y también al Coronavirus), a la recesión mundial que hizo estragos en la economía tachirense, y más recientemente a la debacle nacional que comenzó primero en su estado.
Por Ramón Escalante
El hombre más viejo del mundo, reconocido por Guinness desde esta semana, don Juan Vicente Mora de Bolívar-Táchira seguramente debe sus 112 años al modo de vida campesino, inmanente a esos pueblos andinos, pero su notoriedad, precisamente en esta época, representa una suma de paradojas.
Y es que don Juan Mora ha sobrevivido a las peores calamidades de su región, el país y el mundo, por ejemplo:
Vivió los doce años del reinado de terror de Eustoquio Gómez en el Táchira. Juan Vicente Mora tenía cuatro años cuando Eustoquio asumió el poder e implantó una tiranía cuyos modos no tuvieron parangón en toda Venezuela. Un bárbaro que asoló caseríos, persiguió inmisericordemente a mucha gente inocente, obligando el exilio de 25 mil familias tachirenses según detallaba el expresidente Ramón J. Veláquez. Sus esbirros colgaron a tres jóvenes en plaza pública permaneciendo expuestos los cadáveres por varios días, noticia que trascendió entonces al mundo. Esa opresión -más de Eustoquio que de Juan Vicente Gómez- fue un modo de control social permitido desde Caracas para crear un corto-circuito en la frontera con Colombia, por donde invadieron Castro y Gómez en 1998, y por donde se temía que el expresidente Castro intentase volver al poder.
Cipriano Castro murió en 1924 y un año después, en 1925, Gómez ensayó una tímida apertura impulsada por su secretario Francisco Baptista Galindo. En esa especie de primavera gomecista, Eustoquio fue destituido contra su voluntad y debió radicarse fuera del Táchira. Todo esto lo he contado en mi libro “Eustoquio, novela de un largo reinado de terror 1913-1925″, publicado en 1993 por Centauro Editores.
En 1929, cuando don Juan Mora cumplía veinte años, estalló la recesión mundial (a partir del crash de la bolsa norteamericana) la cual afectó a Venezuela y particularmente al Táchira, donde sobrevino una pobreza masiva por el colapso de su agricultura tras la afectación de los mercados tradicionales. Fueron los terribles años treinta, donde para colmo, un desorden climatológico, alargó inusualmente la temporada de lluvias, lo que en los pueblos andinos se tradujo en más agobio, por el deterioro de las cosechas, la enfermedad de los animales de cría. En el páramo del Táchira, mis abuelos, por ejemplo, tenían que secar la ropa al calor de la leña ardiendo porque por muchos días no había sol.
Juan Vicente Mora tenía nueve años cuando estalló la Peste Española que también hizo estragos en Venezuela, cargándose entre otros a Alí Gómez, el hijo consentido del Dictador. Cien años después también es significativa la supervivencia de Juan Vicente Mora, en este tiempo del Covid que se ha cebado sobre personas de la tercera edad, pero a su favor quizás ha operado la desconexión del Táchira en esos dos momentos históricos. La carretera que unió a Táchira con Venezuela (trasandina, que abrevió el antiguo recorrido de tres semanas entre San Cristóbal y Caracas) se inauguró mucho después de la peste, ya en los años treinta. Y esta vez, en tiempos de Covid, Tachira vive otra desconexión, por la mega-crisis agudizada desde 2017, la cual paralizó el transporte, incluso la movilidad en casi todo el estado.
Táchira ha sido el estado más convulsionado en los últimos veinte años, donde la resistencia contra Chávez y Maduro empezó antes que en el resto de Venezuela. La crisis en Táchira llegó en 2002, con restricciones para la venta de gasolina, apagones eléctricos, incluso fallas en el suministro de gas, mientras Venezuela vivía la segunda bonanza petrolera (primera década de este siglo).
Y es que esa Táchira que alberga al hombre más viejo del mundo, exhibe particularidades, que hacen más llamativa esta noticia. Con registros de intensidad sísmica superiores al promedio de Venezuela, con prevalencia de helicobacter pylori, una bacteria que destruye el aparato gastrointestinal y a la cual se atribuye la estadística de cáncer en vías digestivas mayor a la media nacional.
Parece que los peores conflictos no afectan a los supercentenarios, porque la más famosa de todos, Jeannete Calment (fallecida en 1997) vivió las dos guerras mundiales, incluso la ocupación nazi de Francia, pero eso no le impidió alcanzar los 122 años (que ella declaraba) o los 99 años (según la teoría conspirativa que le acusa de ser en realidad su hija).
La muy milagrosa longevidad de don Juan Mora es también una más de las paradojas de esa especie de realismo mágico que preside la vida nacional. El país que ha retrocedido a estadios antiguos de insalubridad y morbilidad, reaparición de enfermedades antaño erradicadas (como la tuberculosis, fiebre amarilla y difteria), con la sensible disminución de la expectativa de vida, acuna al hombre más viejo del mundo en esta época de geriátricos colapsados. Huelgan las teorías médicas y sociológicas sobre este fenómeno, pero para los creyentes, bastaría decir que cada día de vida, como el momento de la muerte, sólo dependen del designio divino.
Mayo 18, 2022