(21 de abril del 2021. El Venezolano).- Si los caraqueños alzan la mirada podrán ver en la cima del cerro El Ávila las evidencias de un proceso de conquista: la familia Ceballos, uno de los grupos contratistas favorecidos por la Revolución Bolivariana, empezó en 2014 a construir la extensión del teleférico al litoral, pero cinco años después amplió su control a la operación de la lujosa torre cilíndrica que corona la montaña. Ahora la apuesta es seguir privatizando allí más bienes para explotarlos, incluyendo todo el sistema teleférico, la pista de patinaje sobre hielo y los pequeños comercios de la caminería que culmina en el hotel construido en la década de los años 50.
La habitación-museo número 101 del hotel Humboldt, el tótem de 14 pisos de altura que desde mediados de los años 50 domina Caracas sobre la cumbre del cerro El Ávila -o Waraira Repano, como lo rebautizó el régimen chavista en su pretensión indigenista-, intenta recrear el aspecto que el cuarto tuvo en su debut, durante la dictadura desarrollista del general Marcos Pérez Jiménez.
Entre el mobiliario de época, junto a un par de maletas de cuero y piel típicas de las películas de entonces, cuadradas y con broches a presión, en las que los turistas solían adherir calcomanías de los destinos visitados a manera de un pasaporte o recuento de sus travesías, se ve un par de botines negros para patinar sobre hielo.
La historia que cuentan en la visita guiada asegura que los objetos fueron abandonados por huéspedes de la época y resguardados desde entonces y durante 40 años por el señor Paco, el guardián del Humboldt, un hombre que vivió en el hotel haciendo las veces de guardia y que se mantuvo vigilante hasta su muerte, en 2008.
“¿Aquí había pista de patinaje?”, es la pregunta que surge en el grupo. La guía responde con un anuncio que aclara que más que una reliquia, la pregunta apunta al futuro inmediato: “La pista de patinaje está abajo en el parque y ahorita estamos en mantenimiento para volver a activarla”.
El hotel Humboldt es más que un hotel. Es un complejo de entretenimiento. Además de las instalaciones de alojamiento, gastronomía y casino que ya funcionan en la torre, comprende también el sistema teleférico, desde su estación de partida en Maripérez -en el centro norte de Caracas- hasta la terminal en la cima de El Ávila, así como los locales de comida rápida, restaurantes y quioscos de suvenires asentados a orillas del bulevar que conduce desde allí al hotel. Todo eso busca ser asignado a la empresa Operadora Turística Humboldt 1956, que se propone agregar también la pista de patinaje, actualmente en remodelación, a sus haberes.
¿Qué es Operadora Turística Humboldt 1956? Es otra de las múltiples fachadas mercantiles de la familia Ceballos, uno de los contratistas predilectos de la administración de Nicolás Maduro.
¿Y quiénes son los Ceballos? Se trata de un grupo familiar que, desde finales de la década de los años 70, se había dedicado a la construcción de obras civiles para el Estado venezolano al amparo de diversas personas jurídicas y, desde el año 2000, con Inversiones Alfamaq, como su empresa principal.
En el Sistema Nacional de Contrataciones públicas no es difícil notar que la experiencia de los Ceballos se había desarrollado hasta 2007 fundamentalmente en el área de construcción de planteles educativos, como proveedores de la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (FEDE) del Ministerio de Educación.
Los indicios a partir de ese año muestran una diversificación de sus servicios y de su cartera de clientes, que empezó a incluir a otros entes del Estado, como la poderosa estatal petrolera PDVSA.
Desde entonces han participado en la recuperación de colosos como el Poliedro de Caracas y otra obra adyacente que data del perezjimenismo, el Hipódromo de La Rinconada. También se apuntaron en su hoja de servicios los acueductos manejados por Hidrocapital (Tuy I, II y III), Hidrocaribe (en Anzoátegui) e Hidrolago (sistema Tulé-Manuelote-Tres Ríos en el estado Zulia), así como otros proyectos milmillonarios y de envergadura en términos de ingeniería civil, incluida la construcción, dilatada y todavía en marcha, del tramo que volverá a conectar a Caracas con las playas del litoral central, bajando desde la cima de El Ávila por su vertiente sur hasta Macuto.
Desde que en 2014 los Ceballos se encargaron del proyecto, iniciaron en simultáneo una especie de colonización del cerro, emblema de Caracas.
Primero con Alfamaq, que aún sin contar con experiencia en sistemas de teleféricos ha logrado tener el protagonismo en estos trabajos; luego, desde finales de 2019, con Operadora Turística Humboldt 1956, empresa con la que se encargan -tras bastidores- de manejar las actividades del imponente hotel que vigila al valle de Caracas desde la cima. Y más recientemente, desde finales de 2020 con esta misma empresa, llevan adelante un intento por administrar todo el sistema teleférico que une a Caracas con la cumbre del Ávila y su enlace con el Humboldt.
La operación del hotel Humboldt le fue concedida a los Ceballos en 2019. Fue una decisión adoptada por Félix Plasencia (actual embajador en China y acompañante de la vicepresidenta Delcy Rodríguez durante su polémica escala en el aeropuerto de Barajas de Madrid, en enero de 2020) cuando estuvo al frente del ministerio de Turismo y Comercio Exterior (Mincoex).
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