(20 de diciembre del 2022. El Venezolano).- Ya terminado el Mundial de Fútbol, con el extraordinario partido entre las selecciones de Argentina y Francia, no podemos callar ante la ignominia de la FIFA de no haber promovido un rechazo público ante el muy probable asesinato por parte de la teocracia iraní del futbolista Amir Nasr-Azadani. Era la ocasión perfecta para que miles de millones de personas amantes del fútbol exigieran y rechazaran que esa dictadura mate a un futbolista por haberse atrevido a criticar las violaciones a los derechos humanos en su país.
Por: Analítica.com
Pero la FIFA, como bien lo muestra el documental publicado en Netflix, es una organización sin alma y profundamente corrupta, que, con tal de ganar dinero según ellos para promover el amor por el deporte, pacta con dictaduras siempre que estas paguen para ser sedes de un mundial.
Esa “objetividad” fue la que impidió que se transmitieran mensajes en apoyo a Ucrania por parte de algunas selecciones y la que no permitió tampoco que se dijera algo sobre las violaciones a los derechos humanos en cualquier parte del mundo.
Por eso fue, porque hubo mucho dinero detrás, que permitieron que el Mundial se llevara a cabo en Catar, bajo la excusa “democrática” de promover el deporte en los países árabes. Y luego vimos cómo ese país está involucrado también en la corrupción de parlamentarios de Europa.
Hacerse la vista gorda porque nos gusta el espectáculo es un síntoma lamentable de la falta de solidaridad humanitaria y permite que ese tipo de regímenes sigan matando a mansalva a jóvenes cuyo único pecado es querer ser libres.
