(16 de septiembre del 2020. El Venezolano).- La Casa Blanca fue el escenario del mayor acuerdo de paz en Oriente Medio en 42 años: la firma del establecimiento de relaciones diplomáticas entre dos países del Golfo Pérsico – los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin – e Israel.
Por un lado, el primer ministro de Israel, Bejamin Netanyahu. Por otro, los ministros de Asuntos Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, el jeque Abdulá bin Zayed al Nahyan, y Bahrein, el teniente general Abdulatif bin Rashid al Zayani. Junto a ellos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como anfitrión y mediador. Y, en un discreto segundo plano, el yerno de éste y asesor de la Casa Blanca, Jared Kushner, a quien muchos atribuyen gran parte del mérito de un acuerdo que cambia la geopolítica de la región más explosiva del mundo.
Israel rompe definitivamente su aislamiento, e Irán, el gran enemigo del estado judío, de los Emiratos y de Arabia Saudí – el país que, ‘de facto’ controla Bahrein -, queda más aislado que nunca en la región. Desde que el 17 de septiembre de 1978 el presidente egipcio Anuar el Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin firmaron el acuerdo de Camp David, muy cerca de Washington, en virtud del cual Egipto se convirtió en el primer país árabe que reconocía a Israel y éste abandonaba la Península del Sinaí, no se había producido un avance tan significativo en la dirección de la paz en la región. Su nombre es significativo: los Acuerdos de Abraham, en memoria del fundador de las tres grandes religiones monoteístas del mundo: el cristianismo, el islam, y el judaísmo.
El gran vencedor es, sin ninguna duda, Israel, que ha conseguido todo lo que quería sin ceder nada. El primer ministro israelí, Benjamin – alias ‘Bibi’ – Netanyahu, ni siquiera ha tenido que renunciar a su plan de anexionarse un 30% de Cisjordania, el área de Jordania que ocupa desde 1967 y que debería ser, en teoría, el principal territorio de un estado palestino. Netanyahu ha declarado que el proyecto «no cambia», lo que cuestiona la idea, lanzada por Estados Unidos, los Emiratos y Bahréin, de que, a cambio de firmar los Acuerdos de Abraham, Tel-Aviv renuncia a ese territorio.
Con información de El Mundo