15 de noviembre del 2021. El Venezolano).- Más de cuatro décadas llevamos compartiendo su música, escuchando su voz, haciéndolo partícipe de nuestras vidas con sus letras y acordes. El próximo 14 de diciembre, nos volveremos a encontrar con Ilan Chester, en Madrid, para vivir una “Experiencia Musical” que nos hará conectar con nuestra raíz, con nuestra historia, con quienes somos realmente.
Entrevista realizada por: Lorena Arraiz Rodríguez
Esta experiencia musical se llevará a cabo en el Teatro Fígaro, de Madrid, el 14 de diciembre, bajo la producción de Juan Carlos Chester y con Linda D´Ambrosio en las Comunicaciones, junto a un gran equipo que está haciendo posible este mágico encuentro. Las entradas están a la venta en El Corte Inglés, Atrápalo.com, Entradas.com, Ticketmaster y en la página web del propio teatro.
“A Madrid traigo una experiencia musical particular, en la que estaré muy bien acompañado por Lorenzo Barriéndoos en el bajo, quien ha sido mi aliado en la carrera durante décadas, responsable de muchos de los arreglos y producciones que hemos hecho y por Gonzalo Grau, que es un talento espeluznante, para mí es un gran descubrimiento. Estaremos el 14 cantando las canciones que la gente quiere escuchar, al fin y al cabo la música ha sido la vía media entre un público generoso y mi persona. Crecimos juntos. Cada vez que llego a un escenario donde hay venezolanos, yo me siento en casa”, aseguró Ilan Chester en esta entrevista íntima que nos ha concedido en exclusiva en la que, además de su trayectoria musical, hablamos de su relación con la espiritualidad.
La “ensalada» identitaria de Ilan, lo llevó al camino espiritual
Son pocas las cosas “novedosas” que se pueden decir de una persona con la que hemos crecido. Ya conocemos toda su discografía, sus periplos juveniles, su manera tan sensible de acercarse a los demás, su voz inconfundible. En definitiva, todos conocemos su trayectoria musical porque la hemos vivido a su lado. Pero pocos conocen lo que mueve más profundamente su alma: un camino espiritual que ha recorrido durante casi 50 años y del que nos ha hablado con el corazón abierto.
Ilan Czenstochowski, mejor conocido como Ilan Chester, es más venezolano que la arepa. Eso dirían muchos, pero la verdad es que él define sus orígenes como “una ensalada interesantísima: mi papá era de Viena, mi mamá de Praga, mis abuelos polacos, mi abuela húngara, nací en Tel Aviv, al año me trajeron a Venezuela y mis convicciones son de la India. Eso me ayudó a cuestionar mi propia identidad, hasta que mi conflicto se agudizó y busqué el plano espiritual como una respuesta perfectamente válida”, asegura el cantautor que irradia paz en cada palabra y que mantiene una fe inquebrantable en el cuestionamiento como vía inicial para la liberación del alma.
Su infancia entre los estragos del holocausto, la música y la espiritualidad
“Siempre digo echando broma, que lo primero que parió mi mamá fue un piano y después a mí (risas). Lo primero que yo encontré en la música fue refugio y compañía. Yo cuando era pequeño tenía ese conflicto y lo resolví con el piano y con la música. También era un problema de autoestima. Mi casa era bastante disfuncional producto de las guerras y de las vicisitudes de esa historia, entonces yo tenía una necesidad de que me escucharan y yo tocaba en las fiestas de la familia, de manera que desde muy pequeño yo tenía audiencia y esa audiencia aplaudía y esos aplausos eran para mí cariño, autoestima, reciprocidad y todo eso lo aprendí desde niño”, explica.
“Cuando crecí, vinieron los tiempos del rockero y después el grupo “Azúcar, Cacao y leche” y fue la primera vez que yo firmé un autógrafo, ¡Imagínate tú! De hecho, recuerdo que yo cantaba una canción en ese grupo y Edgar Alexander me decía que viera al público, porque yo daba la espalda porque era muy tímido. Después vinieron tiempos muy interesantes de trabajar de noche, cuando yo vivía en una pensión porque mis padres no podían conmigo (risas)”, porque yo soy Leo ascendente Leo y eso significa que no te pueden someter, ni te pueden inculcar nada a la fuerza, o hay cariño y buena nota o tengo que salir corriendo y yo salí corriendo (risas). Y no es que fueran mala nota, es que ellos no podían evitar la amargura ni las consecuencias de su historia y claro, yo de joven y niño no entendía eso, así que ahora que lo entiendo he pedido perdón muchas veces por mis actitudes”, aseguró.
“Somos el alma que habita este cuerpo”
Ilan nos contó sobre su búsqueda espiritual desde los tempranos 4-5 años, casi a la par de la música: “Lo primero que tengo que decir es que el camino espiritual entra en mi vida a partir de la influencia que generaron mis abuelos maternos. Mi abuelo era prácticamente un rabino y mi abuela era una belleza de persona que ofrecía todos sus actos a Dios, ella siempre hablaba de Dios y me hablaba a mí de Dios. Yo a los 4, 5, 6 años, me sentaba en el piano y le cantaba al profeta Elías y así se juntaron las dos cosas de manera natural, espontánea, desde siempre”.
Pero, más allá de esa hermosa, inocente y auténtica relación con Dios, le hemos preguntando a Ilan cómo comenzó su búsqueda espiritual y nos respondió abiertamente: “Durante mi época rebelde me hice preguntas serias sobre mi existencia, sobre el origen del mundo y de mi vida. Estoy caminando sobre un planeta y yo no sé de dónde salió el planeta ni de dónde salí y yo pero aquí estoy, forzado a nacer, a crecer, a buscar el afecto, la justicia, a trabajar duramente, para luego envejecer, enfermarte e irte y nadie te dice cuáles son las reglas del juego. Así que me hice preguntas y encontré las respuestas una vez que visité la India, porque me enamoré de aquello y eso causó revuelo en la familia porque parecía que estaba traicionando la causa familiar y en realidad no, porque si el objetivo es amar a Dios por encima de todas las cosas, soy cristiano, soy judío y soy lo que sea y eso generó en mí un cambio de consciencia y entendí las reglas del juego que parten de que nosotros no somos de este plano de existencia, somos el alma que habita este cuerpo. No tenemos principio ni fin, somos eternos y vivimos en este momento en una situación incompatible con nuestra naturaleza. La ilusión de la existencia material es muy fuerte y te hace sentir esto de bueno, yo soy Ilan, soy un hombre, soy venezolano, soy músico, soy de mediana estatura, pero no soy de verdad nada de eso, soy el que mora dentro de esa identidad corporal, lo que pasa es que debemos liberar el alma”, explicó. “Y para ello, lo primero es entender que originalmente tú eres un alma espiritual que entra a este cuerpo. De ahí en adelante habría que ver de dónde vengo y a dónde voy, ya sé dónde estoy. La segunda enseñanza es ‘Así como el alma pasa de la niñez a la juventud y luego a la vejez, esa misma alma pasa a otro cuerpo a la hora de la muerte’. Entonces en primer lugar, interesarnos por el tema, cuestionarnos, inquirir”, aseveró.
Venezuela
Habiendo nacido en Israel y siendo parte de esa ensalada que nos describió al principio, Ilan es un enamorado de Venezuela «Venezuela fue el país que Dios me dio a mí para la comunicación. Porque si bien nací en Israel, he vivido en Bogotá y en Inglaterra, tengo casa en India, esa comunicación a mí me dio un país y esta es mi casa, esta es mi familia y me relaciono con los venezolanos como un hermano. Para reconstruir nuestro gentilicio, lo que debemos hacer es ampliarlo incluyendo a Dios en la ecuación de nuestras vidas. Y de esa manera, más allá del cuatro, la maraca, la arepa, el Ávila, el Tepuy, la playa, la gente, cuando todo eso se expande a partir de una noción espiritual, podemos satisfacer una necesidad interna que no se satisface con la historia. Entonces vamos a incluir a Dios en la ecuación de nuestra vida”.