(17 de julio del 2024. El Venezolano).- Para Miosoty Torres, el inicio de la temporada de huracanes le genera una profunda ansiedad. Ella es sobreviviente del huracán María (2017), el primer ciclón de categoría 4 en golpear directamente a la isla de Puerto Rico en 85 años. “El sonido del viento del huracán es aterrador, es algo espantoso, que se intensifica en la madrugada, pero lo peor vino después”. La vivienda de la joven madre de dos hijos fue declarada pérdida total, lo que obligó a Torres a mudarse a Orlando, donde comenzó una nueva vida.
Por Johani Carolina Ponce
La preocupación de Torres no es infundada. Los meteorólogos de la Universidad Estatal de Colorado (CSU) pronostican que la temporada de huracanes de 2024, que inició el 1 de junio, será notablemente intensa. Se esperan 25 tormentas con nombre antes del cierre de la temporada el 30 de noviembre, de las cuales 12 se convertirían en huracanes y seis de ellos serán de gran intensidad, con velocidades de viento superiores a 111 millas por hora (178 kilómetros por hora). Esta intensidad está exacerbada por los efectos del cambio climático.
Mientras tanto, el gobierno del presidente Biden está promoviendo inversiones históricas en energía limpia con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climático. La actual administración ha creado 300.000 puestos de trabajo en energía limpia, con más del 40% de estos empleos, un total de 127.910, creados en comunidades de bajos ingresos.
Huracanes, cambio climático y producción de petróleo
Durante los últimos dos siglos, la actividad humana (principalmente la quema de combustibles fósiles) ha añadido mucho calor a los océanos y al aire donde se generan estas tormentas. No obstante, las grandes petroleras siguen ejerciendo una considerable influencia política y económica, complicando la transición hacia un futuro sostenible.
Un informe de las Naciones Unidas sobre el estado de la ciencia del cambio climático concluyó que la proporción global de ciclones de categoría 3 a 5, las tormentas más intensas, ha aumentado en las últimas cuatro décadas debido al rápido calentamiento de las temperaturas oceánicas. Según Katharine Hayhoe, científica en jefe de Nature Conservancy y profesora de la Texas Tech University, los huracanes están intensificándose más rápido en tamaño y fuerza, con mayor cantidad de lluvia asociada y marejadas ciclónicas exacerbadas por el aumento del nivel del mar. «Las temperaturas de la superficie del mar son un factor importante en la rápida intensificación de un ciclón tropical hasta alcanzar el estatus de huracán mayor», enfatizó Rick Spinrad, administrador de NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
El cambio energético en EE. UU
En todo EE. UU., desde Milwaukee hasta el Puerto de Los Ángeles y Houston, está emergiendo un cambio significativo, pero a menudo inadvertido: la transición de larga data desde el carbón, el petróleo y el gas hacia fuentes de energía más limpias. Aunque aproximadamente el 79% de la energía proviene aún de combustibles fósiles, las iniciativas locales están marcando la diferencia. Por ejemplo, en ciudades como Milwaukee, los autobuses ya funcionan con energía solar y eólica. Mientras tanto, en el Puerto de Los Ángeles, las grúas están adoptando estas mismas fuentes renovables para operar de manera más sostenible. En Houston, edificios municipales están haciendo la transición hacia energías limpias, reflejando una tendencia nacional hacia un futuro energético más sostenible.
Este cambio no solo responde a preocupaciones ambientales, sino que también está impulsado por el crecimiento rápido de energías como la solar y la eólica, que ahora constituyen el 6% de la matriz energética total del país. La secretaria del Interior, Deb Haaland, subraya cómo estas tecnologías están beneficiando a comunidades locales y generando empleos bien remunerados. Mientras tanto, la administración de Biden ha liderado iniciativas climáticas ambiciosas, restaurando el liderazgo de Estados Unidos tanto a nivel nacional como internacional.
Sin embargo, estos esfuerzos no están exentos de críticas. Algunos políticos, incluida la mayoría de los republicanos, quieren que el país siga quemando combustibles fósiles, incluso frente al abrumador consenso científico de que su uso está poniendo en peligro la vida en el planeta. La plataforma del partido republicano, lanzada la semana pasada, no menciona el cambio climático, pero fomenta la producción de más petróleo, gas y carbón, cuya quema está aumentando peligrosamente las temperaturas globales. Según una publicación en dicha plataforma: “Bajo el presidente Trump, Estados Unidos se convirtió en el productor número uno de petróleo y gas natural del mundo, y pronto lo volveremos a ser si levantamos las restricciones a la producción de energía estadounidense y ponemos fin al Nuevo Trato Verde socialista. Los republicanos liberarán la producción de energía de todas las fuentes, incluida la nuclear, para reducir inmediatamente la inflación y alimentar los hogares, automóviles y fábricas estadounidenses con energía confiable, abundante y asequible”.
Donald Trump es el candidato republicano para las elecciones de noviembre y su compañero de fórmula es el senador por Ohio, J.D. Vance. Al igual que Trump, Vance apoya firmemente el uso de combustibles fósiles y se opone a la energía renovable y a los vehículos eléctricos.
Esta postura contrasta notablemente con las preocupaciones expresadas por líderes comunitarios como Juan Parras, director ejecutivo de la organización T.E.J.A.S, quien señala que «existen importantes instalaciones petroquímicas e industriales rodeando nuestras comunidades en el área metropolitana de Houston. Esto, junto con una infraestructura deficiente y eventos climáticos extremos que están aumentando en frecuencia, puede ser muy destructivo y elevar el nivel de contaminantes tóxicos en el aire de nuestras comunidades».
Esta divergencia resalta un debate crítico sobre el futuro energético de Estados Unidos y el mundo. Según la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA), en 2022, las energías renovables representaron aproximadamente el 13% del consumo total de energía en EE. UU., mientras que el petróleo representó alrededor del 36%. La transición hacia energías renovables es crucial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que alcanzaron 6.5 mil millones de toneladas métricas de CO2 en 2022, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA). La industria del petróleo tiene un papel clave en la reducción de estas emisiones y en la promoción de un futuro más sostenible.