(11 de mayo del 2020. El Venezolano).- Ante la crisis sociosanitaria por la pandemia del coronavirus COVID-19 y la emergencia de gravedad que experimentamos los venezolanos, el gobierno revolucionario, lenguaraz y presuntuoso, acordó una cuarentena y/o confinamiento solo por temor a una explosión social debido a escasez de gasolina y alimentos, pretendiendo fungir de muy interesado por la salud de la población. Pero, ovbia la contaminación –nube tóxica- que cubre el cielo de la ciudad, escasez de agua, basura sin recolectar y se aboca al melodrama castrocubano de una supuesta invasión, hechos que desnudan la hipocresía y su falta de solidaridad hacia los sectores más pobres sobre quienes impacta, agudamente, esta crisis bajo atención de su régimen en fase terminal; solo ofrece, a diario, un cacareo vespertino de lo poco que, jactanciosamente hace; ínterin, la población sometida a su yugo busca, afanosamente, bienes básicos para afrontar las precariedades que han generado sus políticas erráticas y desfasadas, al punto de presumir que todavía somos ilusos, actitud que ya el pueblo ha dejado en virtud de la falacia revolucionaria con la que aún pretenden proseguir, en vano, porque ha prescrito y sin visos de rehabilitación a plazo alguno por su distanciamiento de las realidades sociopolíticas y el desconcierto popular, cuyo índice de rechazo es superior a un 80 %, según Alfredo Keller, pues su ineficacia y la de su equipo para resolver la crisis económica es, a todas luces, manifiesta e ineludible por lo que pretende comprometer a EEUU y oposición por las sanciones impuestas, cuando, ciertamente, su corrupción fue el acabóse de la nación, hoy día exangüe y misérrima, gracias a sus políticas inconexas y obstruccionistas a toda iniciativa, en pro de un modelo oscurantista.