(12 de noviembre del 2019. El Venezolano).- Nada novedosa la información sobre el envío de unas 1.2 toneladas de oro a Estambul, Turquía que yacían en las bóvedas del BCV, cargamento que sale de las instalaciones de esa institución mediante vehículos de hasta unos cuatro ejes fletados para tal fin que usualmente observamos aparcados sobre la acera este de la plaza “Juan Pedro López”, (entre esq Las Mercedes/ Mijares (av norte 2, pquia Altagracia, frente al CUFM).
Se trata de una operación maligna que se lleva a cabo desde mucho antes de las primeras sanciones en 2017, sin cumplir las formalidades legales CRBV/ BCV, cuando ya las autoridades del mismo habían entregado unas 205 toneladas, pues 2015-2016 fue el período de mayor venta, cuando las reservas del precioso metal se redujeron a unas 123,52 toneladas tras acreditar unas 365,77 toneladas durante 2013, lo que representa un 77,7 % del total de las reservas internacionales equivalentes a unos 6.629 millones de dólares (disminución de casi un 25 %) por intentos vanos de paliar la crisis por baja del ingreso petrolero a causa de las sanciones EEUU, razón por la cual se emplearon unos 300 mil hombres para la búaqueda de oro guayanés (mineros artesanales) quienes extrajeron unas 17 toneladas de oro, valoradas, según BCV, en unos 650 millones de dólares, beneficio que se traduce en divisa para importación de alimentos y escasez de productos básicos en el país.
Por estos días, según los medios, el BCV ha hecho retroceder el precio del dólar al inyectar unos 36 millones de euros al flujo monetario por emisión de órdenes de pago.
Paradójicamente, la incorporación de unos 800 millardos de bolívares en dicho flujo, aumentó el dólar paralelo, el cual quedó atado a la ejecución fiscal, gracias al gasto público descabellado.