(09 de noviembre del 2020. El Venezolano).- Hoy logré entender ese fanatismo por Trump que sienten algunos venezolanos.
La orfandad política que vive Venezuela desde hace más de 20 años hace que cualquiera que aparezca ofreciendo su apoyo se convierta en un héroe instantáneo, Como bien escribe Fabiola Santiago en un artículo publicado en el Nuevo Herald, «Viniste a Miami y usaste nuestro amor por la patria perdida, nuestras heridas como exiliados y manipulaste a nuestra gente. Les hiciste creer que serías un mesías para las Américas y en realidad solo pensabas en tus intereses.» Y ella no se refiere a Venezuela, sino a Cuba. Pero refleja perfectamente lo que ambas naciones llevan sufriendo desde hace mucho tiempo.
Los venezolanos se aferraron a la idea del paladín justiciero super héroe anaranjado y «catire bello» como más de uno lo llamaba, porque sinceramente, y la verdad hay que decirla, ningún gobierno había tenido el guáramo de admitir que en Venezuela lo que hay es una dictadura descarada.
Lamentablemente los que teníamos una percepción más clara y global de Trump sabíamos que sus promesas no serían sino eso. Un tema de campaña. Ganar votos, dividir, sembrar dudas y miedos.
Cada vez que aparece alguien que ataca al Chavismo, se convierte en héroe nacional. Y sólo puedo imaginar la profunda disonancia cognitiva cuando esa misma persona que ataca al chavismo, no defiende a Trump (Como lo que ocurrió con Erika de la Vega, o Ricardo Haussman, por nombrar dos
La realidad es que Trump también estafó a Venezuela y a los venezolanos. Pasaron 4 años, ¿y qué hizo?
Entiendo el horrible vacío que deben sentir los venezolanos que todavía esperan que llegue un ejército liderado por Trump a sacar a Maduro de Miraflores. Entiendo que haber perdido la democracia en Venezuela es una pesadilla que parece no tener fin. Entiendo las mil veces que creímos en que ganaría Rosales, o Capriles, o Maria Corina, o Leopoldo, o Henry Ramos, o Guaidó, Oscar Pérez, o cualquier otro de los cientos que han intentado algo. Hemos sentido la traición del ejército, de militares retirados, de la oposición dividida en sopotocientos pedacitos, de los medios, de la OEA, ONU, países vecinos, resto del mundo y hasta del Vaticano.
No importa que todos ellos en algún momento intentaran algo. Lo que importa es que no vimos resultados.
Entonces entiendo que aceptar que aquel que veías como único aliado (D. Trump) haya perdido, es aceptar una derrota muy dolorosa. Es repetir la orfandad de nuevo.
Creo que nuestro principal error es el juego de la polarización. «Si no estás conmigo estás contra mí». Y esa es la gran falacia que hoy nos toca vencer. Y estoy harta de ver a Venezuela dividida. Estoy harta de leer teorías conspirativas. Estoy harta de ver cómo permites que una cadena por WhatsApp te haga perder amigos y te distancie (aún más) de tu familia. Estoy harta de que permitas que los políticos controlen cómo piensas, y hasta lo que debes sentir. Estoy harta de que te dejes manipular. Estoy harta de que vivas con miedo. Estoy harta de que quieras culpar a alguien de tus propias decisiones. Estoy harta de que creas que llegará un rayo del cielo a limpiar la ciudad de la basura dictatorial.
Quiero que volvamos a ser un sólo país. Quiero que volvamos a trabajar para restacatar a Venezuela, pero permíteme decirte algo más: eso nunca lo lograremos mientras esperemos que sea otro quien lo haga por nosotros.
Chávez nos dividió y Trump nos dividió aún más. Y te pido perdón si en algún momento te ofendí con las cosas que dije y escribí. Te pido perdón porque yo no entendía todo lo que estaba pasando por tu corazón.
Ahora te toca decidir si quieres seguir con la división que jamás nos sacará de la oscuridad. O si prefieres que volvamos a unir al país.