(25 de enero del 2023. El Venezolano).- En un país en el que hay más armas que personas, y que está emergiendo de tres años de aislamiento, estrés y disputas internas por la pandemia de coronavirus, los estadounidenses están empezando el 2023 con un aluvión de masacres.
Once personas muertas cuando celebraban el Año Nuevo Lunar en una sala de baile popular entre asiático-estadounidenses de edad avanzada. Una madre adolescente y su bebé baleados a quemarropa en un ataque que dejó seis muertos a través de cinco generaciones de su familia. Un niño de 6 años que disparó contra su maestra en un aula. Y la lista sigue.
“Hemos pasado por mucho en estos últimos años, y seguir viendo caso tras caso de violencia masiva en los medios de comunicación es simplemente abrumador”, comentó Apryl Alexander, profesora adjunta de salud pública de la Universidad de Carolina del Norte campus Charlotte. “¿Cuándo va a parar?”
La carnicería a lo largo de ocho días en California, donde las víctimas del salón de baile del sábado por la noche se sumaron a una lista de más de una veintena de personas que han fallecido en tres ataques recientes, trajeron dolorosos recuerdos a las familias de las víctimas del tiroteo del año pasado en una escuela de Uvalde, Texas. El martes, varias familias y padres de Uvalde viajaron más de tres horas hasta el Capitolio estatal para volver a exigir leyes de armas más estrictas, a pesar de que tienen pocas probabilidades de ganar en una legislatura de mayoría republicana.
AP reseñó que en 2022, Estados Unidos registró su primer tiroteo masivo del año el 23 de enero. Para la misma fecha de este año, se han producido seis masacres con arma de fuego que han cobrado la vida de 39 personas, de acuerdo con una base de datos elaborada por The Associated Press, USA Today y la Universidad Northeastern.
“Hay personas que mueren a diario. Esto no debería de estar pasando”, señaló Veronica Mata, cuya hija de 10 años de edad, Tess, estuvo entre los 19 niños y dos maestras que perdieron la vida en la masacre de Uvalde. “Si es necesario que vengamos cada semana, entonces lo haremos hasta que veamos que algo cambia”.
Los estadounidenses han aprendido a convivir con tiroteos masivos en iglesias, supermercados, conciertos, oficinas e incluso dentro de las viviendas de sus amigos o vecinos. La violencia se atribuye al odio hacia otras comunidades, rencores al interior de un grupo, secretos entre familias o roces entre compañeros de trabajo. Pero a menudo termina cuando un hombre resentido toma un arma.
En ocasiones, ni siquiera está claro que un rencor sea parte de la ecuación.
“No había un conflicto evidente entre las partes. El hombre simplemente entró y comenzó a disparar”, señaló el jefe policial de Yakima, Matt Murray, luego de que tres personas murieron tras ser baleadas en un minisúper Circle K en el estado de Washington el martes temprano, aumentando el dolor en la nación.
Las ventas de armas de fuego en Estados Unidos alcanzaron máximos históricos a medida que la pandemia de coronavirus se afianzaba en la nación, la economía se paralizaba y la gente salía a las calles para protestar contra la brutalidad policial y la desigualdad racial. Cerca de 23 millones de armas de fuego se vendieron en 2020, de acuerdo con analistas de la industria. El aumento en las ventas continuó en gran medida al año siguiente, registrando un alza del 75% en el mismo mes que una multitud irrumpió en el Capitolio federal, para después disminuir a unas 16 millones de armas vendidas este año.