(11 de junio del 2021. El Venezolano).- “Las lealtades ya no se congregan alrededor de un ideal de libertad e independencia sino en torno a un egocentrismo desquiciado que no repara en malear la historia, las religiones, la economía, la cultura, la política, la moral y la ética.” Neuro Villalobos Rincón.
Con lo que sucede en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Perú, Chile, México, y que pudiera ocurrir en Colombia, consideré muy atinado transcribir un mensaje que circula por las redes sociales que dice: “Definitivamente emigrar en Latinoamérica es como cambiar de camarote en el Titanic.” Resulta increíble cómo nuestros pueblos sucumben todavía a los encantos discursivos de redención de los más desasistidos por parte de una orientación ideológica en decadencia desde la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la caída del Muro de Berlín. Es cierto que el acuerdo de Sao Paulo, donde se urdió el plan ideológico transnacional los reanimó y ahora, tres décadas después, Latinoamérica vuelve a estar en efervescencia.
Es evidente que vivimos por estos tiempos momentos muy desdichados para la humanidad. El mundo está siendo dirigido por ídolos de fango, ni siquiera de barro, cuya característica esencial es el despojo de valores y principios y sus ansias de dominio prolongado sobre los demás, que se hace más extenso en la medida en que los recursos providenciales, el talento alquilado, la inteligencia tarifada, la genuflexión de la mediocridad o la indiferencia de los ciudadanos lo posibilitan.
La izquierda y su insistente narrativa histórica, resalta a su manera y conveniencia, y en su propia versión, los hechos heroicos y los personajes que pudieran favorecer su utopía sobre un futuro irreal que sólo es posible construir si ellos están al frente de ese proyecto. El presente nunca es mejor por culpa de otros, por lo que se difiere eternamente a la espera de ese futuro lleno de ilusiones que sólo ellos son capaces de concebir y para el cual siempre el fracaso consigue excusas.
En su auxilio también ha concurrido el avance científico y tecnológico. Yuval Harari nos ha advertido que “algunas de las mentes más brillantes del planeta llevan años investigando cómo piratear el cerebro humano para que pinchemos en determinados anuncios o enlaces y así vendernos cosas. Ese método ya se usa para vendernos políticos e ideologías.” Por lo que podría ser una de las razones que explicarían el avance de ese plan. En un artículo anterior hice referencia también a lo que manifestó el creador de la w.w.w., Tim Bernes-Lee, “la red se ha convertido en un motor de desigualdad y división bajo la influencia de poderosas fuerzas que la utilizan para sus propios fines oscuros.”
Estas breves consideraciones las hago para que consideremos la intensidad, la profundidad y la prolongación de la lucha, no solo en Venezuela, sino en Latinoamérica, por qué se trata de enfrentar las dictaduras desde la habilidad política y el concurso de la fuerza, la ignorancia mediante la educación, la confusión mediante la inteligencia, la ambición mediante la ética y la moral y la desunión mediante los principios y valores culturales, simultáneamente. La tarea es enorme, por eso decimos que no podemos solos, aunque todo parece indicar que tendremos que hacer de nuestra soledad una filosofía.