( 28 de agosto del 2022. El Venezolano).- El periodismo es un oficio que no hace concesiones con intereses particulares ni con instituciones ni con poderes de ninguna naturaleza. No así parece que pasa con el asambleísta ecuatoriano Fernando Villavicencio, quien solamente estaría haciendo un “simulacro” del ejercicio de la libertad.
El Venezolano adelantó una importante investigación de campo que deja en entredicho, incluso, la legalidad de su título como comunicador social; al tiempo que, en medio de las pesquisas, recibió un documento clasificado que descubre lo que sería un importante “entramado” de corrupción que involucra al político.
Redacción El Venezolano
Ahora cuando el papel periódico permanece como en un conteo regresivo, infinito, sin que las redes sociales terminen de darle la estocada decisiva y declarar así, su entierro público, el advenimiento de una poderosa comparsa de escribidores digitales, expertos en la gavilla mediática, unos, y otros, responsables, pero, aun así, comprometidos con intereses ocultos, ocupan demasiado espacio en la psique del lector contemporáneo.
En Ecuador resalta uno que, muy particularmente, su pluma le rezuma hiel, preferiblemente cuando se refiere a la conocida Revolución Ciudadana-2007-2017. También saca el pecho frente a las irregularidades en las presidencias de Lenín Moreno y la actual administración neoliberal, de Guillermo Lasso, aunque es notable la mano izquierda en este último. Sin dudas, nos referimos al asambleísta Fernando Villavicencio.
Como quiera que bajo el dominio del partido Alianza País, cuando gobernó, Ecuador se polarizó y se ejecutaron obras de gran labor social, esos años no dejan de estar condenados por posibles actos de corrupción denunciados, y es allí donde el nombre del ¿periodista Villavicencio? ya veremos por qué los signos de interrogación, ladra con fuerza, pelea a capa y espada como un héroe medieval, sólo que pareciera no tener moral para ser intermediario entre las débiles instituciones democráticas ecuatorianas y la elástica opinión pública, que maneja el criterio según el cual todo lo que diga un periodista es palabra suprema. O, casi todo.
El buen periodismo, es en el fondo, un oficio que no hace concesiones con intereses particulares ni con instituciones ni con poderes de ninguna naturaleza. Su esencia consiste en desmontar las complejidades que exhibe el poder y, además, aceptar que es susceptible de ser auditado, desestructurado, y que su palabra, no es la última palabra.
El caso del periodista aludido define muy bien la situación de un Estado que permite que denunciante y denunciado no sean investigados en profundidad no para ver quién tiene razón, sino para exponer ante la opinión pública, lo confuso que ésta está cuando deja en manos de un denunciante profesional la danza de una doble moral. Para Villavicencio, la responsabilidad no existe, solo la curiosidad y el simulacro de un hombre comprometido con la libertad.
El odio irracional
En el portal informativo Venezuela-News.com el periodista Daniel Córdova, en enero de este año, se aproximó a un perfil grandilocuente de Villavicencio, que pone al descubierto a un operador político que insiste en enmarcarse bajo el rol del periodista de investigación, desacreditando así mismo, no solo el género, sino el ejercicio de la profesión.
Córdova deja entrever los vínculos del político con la CIA, básicamente por la cantidad de denuncias que maneja, una conducta que está muy por encima de la media en el manejo de este tipo de experticias periodísticas en cualquier sala de redacción. “Villavicencio ha sido acusado en su país de actuar como un agente infiltrado de la CIA norteamericana. Y los hechos demuestran con creces que, como mínimo, se trata de un peón muy bien pagado en el tablero de la geopolítica internacional”, acusa Córdova.
El periodista del mencionado portal refiere también que Villavicencio se le señala en su país como un líder de una mafia que “extorsiona por igual a políticos y empresarios”, señalamiento que coincide con otras investigaciones que se han hecho sobre el personaje, vinculadas al financiamiento ilegal no declarado, e injustificado de empresas farmacéuticas que compiten en procesos de contratación pública para insumos de hospitales del Estado ecuatoriano.
“Este trabajo”, continúa Córdova desmontado a Villavicencio, “lo cumple por encargo y cuenta para ello con una red de ‘colaboradores’ en todo el Ecuador. Así le filtran datos e informaciones, que él mismo se encarga de amañar. Su predilección es amenazar con afectar el equilibrio financiero de las empresas. Y entonces comienza sus operaciones de presión para exigir dinero”.
La estrategia de Villavicencio es muy elocuente, ya que su finalidad, es elevar la bandera de las denuncias, de la corrupción, ocultando las suyas, según se desprende del reportaje elaborado por Córdova. “Si la víctima se niega a darle una gruesa cantidad, entonces se activa un dispositivo masivo de difamación, que abarca redes sociales y medios tradicionales. En estos últimos, como no podía ser de otra manera, Villavicencio cuenta con amplia tribuna y ‘prestigio’. Cada vez que ‘prende el ventilador’, contra algún político o empresario, se convierte en invitado de honor de diversos espacios radiofónicos o televisados. Esto para dar detalles de sus supuestos hallazgos”.
El Venezolano obtuvo de una fuente que prefirió -como es lógico- mantener su identidad bajo cubierta, el acceso a una información hasta ahora clasificada, en donde se muestra lo que sería “el entramado” que descubre las operaciones de Villavicencio.
Es importante decir, sin embargo, que nuestro medio no pudo hacer las corroboraciones sobre cada una de estas denuncias de manera independiente, pero consideramos oportuno publicarlo. Puede tener acceso al documento completo que obtuvimos haciendo click aquí: (poner aquí el enlace a este link: https://ecuadorleaks.blogspot.com/2022/05/fernando-villavicencio-el-fiscalizador.html
Dónde está la tesis
Otro dato importante que también ha sido blanco de duras críticas y la justicia no ha resuelto nada, es su misterioso título de Licenciado en Periodismo y Comunicación Social, tal como aparece registrado en la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, Senescyt, organismo creado en 2007, que promueve el mejoramiento de la calidad de la educación superior.
En este ente oficial, aparece con fecha de registro el 27 de julio de 2010, lo cual no garantiza que Villavicencio haya cumplido el recorrido académico de manera legal en la tristemente célebre y desaparecida Universidad Cooperativa de Colombia del Ecuador, una institución que apenas funcionó desde 1998 hasta 2008, intervenida por el Consejo Nacional de Educación Superior, y cerrada por mandato Constituyente el 1 de julio de 2008, esencialmente por emitir títulos fraudulentos y la pésima calidad académica.
Sobre este particular, en nota reseñada el 01 de febrero de 2013, en la web del diario El Telégrafo, con sede en Guayaquil, se destaca que “la novedad es que la UCCE certificó que existe la tesis (de Villavicencio) pero no se la encuentra en los archivos. Solo existe un plan de tesis”.
A ese inquietante vacío surgen algunas interrogantes: ¿Por qué hay un registro del título en el 2010 (de FV), ante el Senescyt, cuando el cierre de la Universidad fue en el 2008? ¿Esperó dos años? ¿Por qué hay registro de título en el 2010, cuando de acuerdo con el PLAN DE CONTINGENCIA (vigente durante 180 días a partir de julio 2008), dirigido por el Conesup, el sistema de registro de TÍTULOS se habilita es el 19 de septiembre de 2012?
Este tipo de episodios, que no han sido debidamente investigados por las autoridades, revela, más allá de los otros sucesos que atan de pies y manos a Villavicencio, la desidia de un Estado que no se ha preocupado de resguardar a su ciudadanía de los caprichos informativos de algunos particulares. Porque Villavicencio ejerce influencia en la medida de su padrinazgo mediático.
[wpmfpdf id=»99661″ embed=»1″ target=»»]