(22 de agosto del 2020. El Venezolano).- Joe Biden sirve. Así lo han considerado los votantes de las primarias demócratas y los delegados a esta extraña convención en remoto, el nuevo formato de la política provocado por la pandemia. Así se deduce también de las numerosas encuestas que le dan una insólita ventaja sobre el candidato republicano, Donald Trump, especialmente tras la incorporación de Kamala Harris, la primera ciudadana de ascendencia asiática y africana que aspira a la vicepresidencia.
Había dudas respecto a su capacidad para responder al reto. No animaba su prolongada biografía política, 47 años desde que fue elegido senador por Delaware por primera vez. Tampoco su papel secundario como vicepresidente de Obama. Ni sus 77 años, que le situarán como el presidente más provecto de la historia de Estados Unidos en caso de victoria. Pero, al final, sus defectos están convirtiéndose en virtudes para alguien que quiere unir primero a los demócratas, sumar a los republicanos, y convertirse en el reconciliador en jefe que una a todos los estadounidenses.
Biden pasó admirablemente la prueba de su discurso de aceptación, también el más breve de la historia debido a las nuevas exigencias de los guiones televisivos que rigieron para la Convención. Y ofreció exactamente la imagen de un futuro presidente decente y reconciliador frente al desastre incluso moral que representa Donald Trump. También la alternativa a la ciega reacción trumpista ante las cuatro crisis con las que se enfrenta el país. Biden se ofrece como el mandatario que frenará la expansión de la covid-19, sabrá combatir la recesión, superará la discriminación racial y tomará medidas contra el cambio climático en vez de esconder la cabeza bajo el ala.
El candidato demócrata ha demostrado que sirve para la tarea que se ha encomendado: terminar con esta etapa desastrosa. El actual presidente ya le ha echado en cara su entera trayectoria política, achacándole cuantos males pueda sufrir el sistema y la economía del país, pero ahora ya está muy claro el significado de ese afán destructivo que llega a cuanto se interponga a las ambiciones y caprichos trumpistas. Incluso el legendario servicio postal de EE UU, uno de los factores de unificación del país y único instrumento de voto para sus numerosos desplazados, está siendo erosionado y descapitalizado desde la Casa Blanca, para embarrar la elección presidencial e intentar frenar la oleada de votos que van a dirigirse hacia Biden.
Joe Biden es el mejor candidato para terminar con la pesadilla de un presidente falsario, admirador de los dictadores, dispuesto a escapar de los controles y equilibrios de poder e incluso a erosionar el zócalo sobre el que se asienta cualquier democracia, como es el derecho de voto. El candidato demócrata puede conseguirlo. Ahora es ya el único que puede hacer este servicio a su país. No son tan solo los ciudadanos de Estados Unidos los que lo lamentarían si, gracias a las añagazas y trampas de su contrincante, no lo consiguiera, a pesar de la oleada de optimismo que está levantando su candidatura.
Editorial de El País