(17 de octubre de 2019. El Venezolano).- Freddy Brito acababa de cantar en un autobús en la capital de Perú y estaba cruzando la calle con su pierna buena cuando el conductor de un taxi azul aceleró y se desvió hacia él.
″¡Veneco!”, gritó el hombre utilizando una palabra despectiva hacia los venezolanos. ”¡Váyanse de aquí!”.
Brito pudo esquivar por poco el auto, que rozó su cuerpo y tiró al suelo su preciado reproductor de casetes azul con las canciones que en otra vida estuvieron a punto de hacerlo famoso en Venezuela.
“Si los ángeles no me cuidan, me hubiese atropellado”, dijo.
Mientras el éxodo masivo de Venezuela sigue su curso, la cálida bienvenida inicial que recibieron muchos migrantes ha comenzado a enfriarse.
En las últimas semanas, varios videos publicados en redes sociales en Perú mostraron a migrantes agredidos, amenazados o acosados, generando preocupación por el aumento de los ataques xenófobos contra los recién llegados.
Los datos de Naciones Unidas apuntan a un aumento en el número de migrantes y refugiados venezolanos que reportan haber sufrido discriminación en Sudamérica, la región en la que se ha asentado la mayoría. Aunque es difícil de cuantificar, Perú se ha convertido en un punto especialmente conflictivo. Una línea telefónica recién establecida documentó 500 incidentes en un periodo de solo dos semanas.
“Ha ido creciendo en los últimos meses”, manifestó Federico Agusti, representante de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en el país. “La causa, en principio, podría estar vinculada tanto al temor hacia el otro como a ciertos prejuicios o estigmas que se han ido dando (…) y eso genera discriminación y rechazo”.
Los incidentes van desde desalojos de viviendas y robo de salarios a amenazas violentas y agresiones.
En un video, una joven venezolana es azotada en una calle oscura por varios asaltantes, que le dejaron marcas moradas en sus muslos. En otro, hombres vestidos con uniformes militares anuncian a través de un altavoz que no dejarán que “otro venezolano miserable” entre a Perú. En un tercero, un joven suplica a la docena de policías que lo rodean que no se lleven la pequeña caja de bombones que está tratando de vender para ganarse la vida.
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