(13 de agosto del 2025. El Venezolano).- Con una misa solemne en la Catedral Primada y honores militares, Colombia despidió este miércoles al senador y precandidato presidencial opositor Miguel Uribe Turbay, fallecido el lunes, dos meses después de resultar gravemente herido en un atentado en Bogotá.
La eucaristía fue oficiada por el arzobispo de Bogotá, cardenal Luis José Rueda, y contó con la presencia de los expresidentes César Gaviria, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, así como de la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Por petición expresa de la familia, no asistió representación oficial del gobierno del presidente Gustavo Petro.
Entre los asistentes internacionales destacó una delegación del Gobierno de Estados Unidos, integrada por el subsecretario de Estado Christopher Landau, el senador republicano Bernie Moreno y el jefe de misión diplomática John T. McNamara.
Llamado a la paz y a la justicia
En su homilía, el cardenal Rueda hizo un llamado a la reconciliación: “Reconozcamos sinceramente que estos son tiempos de empobrecimiento ético y de polarización agresiva que nos arruina… sembremos semilla de paz y de esperanza”. También expresó su anhelo de que “Colombia despierte un día con la noticia del triunfo de la justicia y de la paz”.
Mientras se celebraba la misa, en la Plaza de Bolívar resonaban consignas de simpatizantes del político asesinado, como “Justicia, justicia”, “Miguel no murió, Petro lo mató” y “El pueblo unido jamás será vencido”, reseñó EFE.
Una tragedia que se repite
Uno de los momentos más conmovedores ocurrió cuando Alejandro, hijo de cuatro años de Uribe Turbay, depositó una rosa blanca sobre el féretro cubierto con la bandera de Colombia, escoltado por el Batallón Guardia Presidencial. La escena recordó la de 1991, cuando el propio Miguel, con la misma edad, se acercó al ataúd de su madre, Diana Turbay, asesinada en un fallido rescate tras seis meses de secuestro por el cartel de Medellín.
En su despedida, su viuda María Claudia Tarazona recordó: “Miguel no quería que se repitiera lo que él vivió a sus cuatro años, y que hoy dolorosamente nuestro hijo está viviendo”. Y añadió: “Romper una familia, quitarle a un padre a su hijo… es el acto de maldad más grande que pueda existir”.
Tarazona resaltó que su esposo “dejó sembrada en Colombia la política decente, la que no negocia principios ni valores, con propósito de servir y no de beneficiarse”. Lo describió como un hombre capaz de convocar a todas las ideologías bajo el respeto a la democracia, “no de las armas ni de la destrucción”.