(21 de marzo del 2023. El Venezolano).- La poetisa y abogada venezolana Morela Benavides, emigró en el 2011 con sus dos hijas a Canadá porque -según sus palabras- “las circunstancias me obligaron a escoger vivir o morir y escogí: no rendirme” y se marchó cargada de ilusiones y poesía.
Su obra literaria creada por los caminos de los inmigrantes en Canadá y Estados Unidos, donde reside en la actualidad, están en su nuevo libro Claroscuro-2011-2019 Antología Poética, que obtuvo el premio mejor obra poesía en los Premios internacionales MGE 2017, la red social literaria de Penguin Random House Grupo Editorial
Claroscuro – bajo el sello Caligrama- es “la obra literaria más importante que he escrito y que tiene un propósito: Sembrar en cada lector la consciencia social y ecológica. Es un libro de contraste entre lo sublime, lo cruel y oscuro de la raza humana”, explicó en entrevista a Notistarz la escritora Morela Benavides, quien obtuvo la nacionalidad canadiense en 2016.
Esta obra -subrayó- “habla del amor, historia, paz, muerte, vida, justicia, lo sobrenatural, espiritual, naturaleza humana, conciencia social y ecológica”.
La poesía de Benavides es comprometida con estos temas y algunos críticos la califican como anti poseía, una línea temática que se ve reflejada en sus otros títulos como Antología Tragedias poéticas II, Antología Erotismo poético II; Antología La primavera la sangre altera III y Antología Poetas Nocturnos II, entre otros, reportó Notistarz.
La ecología “me ha obsesionado, es un tema que me preocupa muchísimo porque no hay conciencia. Estamos literalmente quemando el planeta y somos miserables. Hay guerras, pandemia, suicidio, violencia”.
Insiste con vehemencia: “estamos quemando la tierra que es nuestra paz, nuestro sustento. Es la casa de todos. Si nos quedamos sin agua, si nos quedamos sin recursos, se acaban todos los seres vivientes en el planeta.»
“Contaminamos el agua, la tomamos, nos enfermamos y seguimos contaminándola. Contaminamos los océanos y después queremos comer pescado sano. Y resulta que el pescado está enfermo, lleno de agentes contaminantes y nos afecta la salud”, estas son las reflexiones de Benavides que están en su obra literaria.
En lo social se reflejan fenómenos como la discriminación, racismo, violencia a los derechos humanos, la discriminación hacia la mujer y la migración “de personas cuando están en un país donde no tienen lo necesario para vivir en Paz. Venezuela entra ahí”, dijo.
“Y no me canso de repetirlo, lo que es conciencia social y conciencia ecológica, tienen que tener una supremacía sobre todas las Leyes en el mundo.
En su obra Claroscuro, aunque no es política como la autora afirma, aparece su Venezuela, su patria, con poemas que “golpean el alma al escribirlos o leerlos en voz alta como: “Los siete pecados capitales que a veces lo leo y me digo: yo escribí esto”.
“La madre de las desgracias. Ese es uno. Creo que ese es el problema de la humanidad. Y eso incluye a Venezuela y a todos los países. Pienso que la madre de las desgracias son las cucarachas. Personas que lo han leído, han llorado con ese poema. Ahí simplemente digo una realidad. ¡Y muchos dicen wao! No lo había visto así”, recordó.
Morela Benavides, después de publicar esta antología con 10 volúmenes, sigue con un sueño: ser novelista y que el mundo literario la reconozca en este género porque “hasta ahora “me han reconocido como anti poeta”.
“Quiero desarrollar novelas históricas, ecológicas y sociales con suspenso, me fascina el suspenso. Ese es mi objetivo. Sería novela negra con un matiz ecológico, porque realmente mi tema principal y de gran interés es la ecología y lo social. Una cosa lleva a la otra”, enfatizó.
La abogada, escritora y madre soltera, sintetizo su vida así: “Soy madre soltera y migrante. Soy mamá y papá, pero además tuve que aprender dos idiomas porque estaba en Canadá y era esencial para tener un trabajo, que no fue nada sencillo. La vida es dura, hay que trabajar duro. Escribía en mis tiempos libres y sigo haciéndolo (…) las circunstancias me obligaron a escoger vivir o morir y escogí: no rendirme”.