(09 de octubre del 2021. El Venezolano).- Brasil se convirtió este viernes en el segundo país del mundo, detrás tan solo de Estados Unidos, en superar los 600.000 fallecidos por el coronavirus, una trágica marca que fue calificada por los expertos como una «verdadera catástrofe».
El país rompió la barrera a exactos 110 días tras alcanzar el medio millón de muertos, en junio, cuando apenas salía de una virulenta y mortífera segunda ola de la pandemia y que pronosticaba un inminente tercer golpe.
Según datos de las autoridades de salud de todos los estados, en las últimas 24 horas el coronavirus mató a 615 personas, hasta un acumulado de 600.425 fallecidos por la pandemia.
Brasil acumula 21,6 millones de casos
Asimismo, desde el inicio de la emergencia sanitaria, el 26 de febrero de 2020, el país ya acumula 21,6 millones de casos del SARS-CoV-2, por lo que es la tercera nación en el mundo con más contagios, detrás de Estados Unidos y la India.
Sin embargo, el vaticinio sobre una nueva ola «felizmente» no se confirmó, y desde entonces la curva de contagios y de defunciones pasó a una trayectoria descendente, aunque las cifras «permanecen en niveles preocupantes», alertaron los expertos.
Esa caída, coinciden, fue impulsada sobre todo por el avance de la vacunación, iniciada lenta y tardíamente a mediados de enero pero que se encuentra actualmente en un ritmo acelerado.
«Si no fuera por la vacunación, ya habríamos batido esta triste marca de 600.000 muertos hace mucho tiempo», dijo a Efe el epidemiólogo Paulo Lotufo, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo.
Según los datos oficiales, cerca del 70% de la población brasileña, que suma unas 213 millones de personas, ya ha recibido la primera vacuna contra el covid-19, mientras que un 45,2% cuenta con la pauta completa.
Así, la media diaria de muertes por la enfermedad en Brasil gira ahora en torno a las 500, bastante lejos del promedio diario de 3.124 decesos de abril -en pleno pico de la segunda ola- pero que aún es considerado un nivel alto.
«Seguimos en un nivel muy malo, todavía hay poco que celebrar. No estamos así tan pésimos como antes, pero permanecemos mal», manifestó la epidemiólogo Ethel Maciel, investigadora de la Universidad Federal del Espíritu Santo.
La médica agregó que «lo ideal» es que la enfermedad pase a ser endémica y que el país registre unos «500 decesos al año, y no cada día, como pasa ahora».
«Y aún queda mucho camino por recorrer», recalcó.
Fuerte adhesión a la vacunación
Los expertos apuntan a la «negligencia» del gobierno de Jair Bolsonaro, uno de los líderes mundiales más negacionistas ante el covid, como uno de los principales factores para que la pandemia saliera de control, así como para la escasez de vacunas e insumos para su producción local.
«Al presidente le ha faltado sensibilidad; en ningún momento ha manifestado compasión por el pueblo brasileño», dijo a Efe Antonio Carlos Costa, fundador de la ONG Río de Paz, que protagonizó este viernes en la playa carioca de Copacabana un homenaje en recuerdo a las víctimas de covid-19.
La responsabilidad de Bolsonaro comenzó a ser estudiada desde abril pasado por el Senado brasileño con el fin de definir posibles «omisiones» del gobierno.
«Fue necesario una comisión de investigación para que el Ministerio de Salud empezara a moverse, lo que llevó incluso a la caída del exministro Eduardo Pazuello», dijo Maciel.
Lotufo completó que si Brasil hubiera contado con una gestión más incisiva, «muchas muertes y muchas hospitalizaciones podrían haber sido evitadas».
«Si tuviéramos la vacunación anticipada, seguramente no tendríamos una parte importante del pico que vivimos en el primer semestre», cuando las muertes diarias llegaron a superar las 4.000, y «muchos decesos serían evitados», señaló.
Pandemia cede pero no está controlada
Pese a la considerable mejora en las estadísticas, los expertos advirtieron que «la pandemia aún no está controlada» y calificaron de precipitada la flexibilización excesiva.
Esta semana, la ciudad de Duque de Caxias, en el estado de Río de Janeiro, decretó el cese del uso obligatorio de la mascarilla en locales abiertos y cerrados, con menos del 50% de su población completamente vacunada.
Pese a que la decisión contraría la recomendación del Ministerio de Salud, que aún no recomienda la liberación de la mascarilla, otras ciudades como Sao Paulo o Río de Janeiro han comenzado estudios para flexibilizar su empleo.
«Estamos jugando con la suerte, es como si las personas decretasen que ganaron el juego cuando aún está en la mitad», enfatizó Maciel. «Mucha gente sigue transmitiendo el virus, enfermándose y muriendo».