(08 de octubre del 2020. El Venezolano).- En Riohacha, una ciudad en la costa noreste de Colombia, la venezolana Dulce María Ballejos, tuvo la oportunidad de conseguir un empleo y, eventualmente, poder rentar una habitación.
A través de un reportaje de El Venezolano Colombia se conoció que con la llegada de la pandemia de coronavirus, que le costó su empleo y posteriormente su hogar, obligó a Dulce María, a su hermana y a sus cinco hijos a vivir en las calles.
“Pensamos que aquí nuestros hijos tendrían una mejor vida, pero la pandemia ha hecho todo tan difícil”, dijo la trabajadora doméstica de 29 años, quien huyó de la inseguridad y la persecución, así como de la falta de alimentos y la creciente inflación en su natal Venezuela.
“Es igualmente de difícil estar acá que allá. Nos encontramos en la misma situación”, añadió la madre de tres niños con edades de 2,4 y 6 años.
Situaciones como la de ella son terriblemente comunes en toda América Latina, que sigue estando entre los principales puntos calientes del coronavirus en el mundo.
Las medidas de confinamiento de meses de duración destinadas a frenar la propagación del coronavirus han cobrado un precio particularmente duro en los más de 4 millones de refugiados y migrantes venezolanos como Dulce María, que han buscado seguridad en toda la región y que, en su mayoría, logran ganarse la vida en la economía informal.
“Dormíamos en el suelo o, si teníamos suerte, en un banco del parque”.
Ahora privados de cualquier forma de ganar dinero, un número incalculable de refugiados y migrantes venezolanos están luchando por mantener un techo sobre sus cabezas.
Los gobiernos de la región han impuesto prohibiciones temporales a los desalojos forzosos en medio de la pandemia. Pero algunas de estas regulaciones ya han expirado o se espera que expiren en las próximas semanas, lo que genera preocupaciones sobre un aumento en los desalojos.
Donde tales medidas de prohibición de desalojo permanecen, no siempre se aplican, ya que muchos propietarios simplemente arrojan a los inquilinos que están atrasados en el alquiler a las calles, donde mantenerse a salvo del coronavirus es mucho más difícil.
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