(14 de julio del 2022. El Venezolano).- “Cuando te enfocas en el compromiso, en la disciplina y en la fe, los resultados son señales de un liderazgo saludable.” Daniel Habif.
Escrito por Neuro J. Villalobos Rincón
Son asombrosas algunas similitudes de las circunstancias actuales en Venezuela con las manifestaciones nazistas en Alemania hace aproximadamente 90 años. El 23 de marzo de 1933, Adolfo Hitler se hizo aprobar una ley habilitante mediante la cual se libró de todos los controles constitucionales y parlamentarios, facilitándole además, fundir en uno solo los poderes Legislativo y Ejecutivo.
El 1o. de mayo los sindicatos fueron eliminados y al día siguiente los principales líderes sindicales fueron arrestados y enviados a los campos de concentración o perseguidos. El 14 de julio una ley prohibió la creación de los partidos políticos, dejando al Partido Nacional Socialista como partido único. El 2 de agosto se tomó el nuevo juramento de la fuerza armada ante Dios y la nación, de guardar obediencia al Führer y su disposición, como soldados valientes, de ofrecer sus vidas en cualquier momento.
Bigotes de por medio, cuya extensión y poblamiento de pelos parece estar en correlación directa con la estupidez humana, el 5 de julio pasado, los venezolanos y el mundo entero, fuimos testigos presenciales del acto más bochornoso visto generación alguna. Nuestras fuerzas armadas, y hambreadas, como las califican algunos, fueron obligadas a rendirle honores y presentar su saludo a un muñeco de plástico inflable, cuya imágen pretendía simular a la del presidente usurpador, corrupto y solicitado como delincuente internacional de nuestro país.
Super vergonzoso tan increíble acto de genuflexión ante un monigote de plástico con bigotes. De ese mismo material pareciera estar hecha la conciencia de muchos integrantes de esa organización castrense, aunque para algunos ese debió ser el precio de sus ascensos, y para el Ministro de la Defensa su ratificación. Parece no existir límites para hacer el ridículo con tal de satisfacer ambiciones personales.
Esa es una razón adicional para urgir a la unidad de los ciudadanos decentes de Venezuela para recuperar la grandeza de la política aún cuando sabemos que requerirá mucho tiempo por que su ejercicio práctico exige mucha nobleza, como lo exige toda actividad que se realiza pensando en el bienestar de los demás.
Es evidente que vivimos por estos tiempos momentos muy desdichados para la humanidad. Los antivalores parecen haber sobrepasado los valores y principios que ha costado tanto preservar a los seres humanos. Los líderes transformándose en dioses, con inmenso poder y su espada convertida en capital y energía amenazan con aniquilar a sus semejantes.
El mundo está siendo dirigido por ídolos de fango, ni siquiera de barro, cuyo estado de descomposición se huele a miles de kilómetros de distancia. Es necesario que reaccionemos también frente a la genuflexión, a la posición de los talentos alquilados, la indiferencia de los ciudadanos de bien y las amenazas de los tigres de papel. Tenemos el deber de esforzarnos por cambiar la situación que nos oprime y avergüenza, hasta que llegue el día en que sintamos de nuevo orgullo de nosotros mismos. Ignoremos el color de la piel, raza o religión y nos concentremos en las tonalidades del corazón, porque la política, si se ejerce con integridad, es el arte de lo posible.