(12 de julio del 2022. El Venezolano).- Según el famoso dicho, ningún plan militar sobrevive a su primer contacto con el enemigo. El gran teórico de la guerra Carl von Clausewitz solía explicar que las estrategias deben ser dinámicas y tienen que cambiar y renovarse constantemente. En su famoso tratado De la guerra, de 1832, von Clausewitz dice que algunos generales “solo consideran las acciones unilaterales, cuando en realidad la guerra consiste en la continua interacción de los opuestos”. Y hoy Occidente tiene que encarnar esas lecciones en su enfrentamiento con Rusia y ajustar su estrategia, que está en peligro de fracasar.
El núcleo de la estrategia de Occidente apunta en dos sentidos: suministrar armas, entrenamiento y dinero a Ucrania, y a la vez imponer drásticas sanciones económicas a Rusia. En principio, la idea básica sigue teniendo sentido, pero el balance entre ambas medidas necesita ajustes. Ya ha quedado claro que la guerra económica contra Rusia no está dando ni remotamente los resultados esperados. Al presidente Vladimir Putin le importa menos el daño de esas sanciones contra el pueblo ruso que sus efectos sobre el Estado ruso. Y gracias al aumento del precio de la energía, la agencia Bloomberg News proyecta que Rusia recibirá ingresos extraordinarios por sus exportaciones de petróleo y gas, que este año alcanzarían los 285.000 millones de dólares, en comparación con los 236.000 millones de 2021.
La Nación reseñó que mientras tanto, Europa enfrenta la peor crisis energética de los últimos 50 años.
El problema básico de la guerra económica contra Rusia es que no tiene dientes, porque deja afuera a la energía. La economía rusa es básicamente energética. Los ingresos por exportaciones de petróleo y gas representan casi la mitad del presupuesto del gobierno ruso. Y lamentablemente, la solución no sería que Occidente deje de comprar del todo energía rusa, porque hay menos oferta en el mercado global y eso solo empujaría los precios todavía más. Como en las últimas dos décadas Europa desarrolló una peligrosa adicción a la energía rusa, no puede cambiar de proveedor rápidamente sin hundirse en una recesión profunda y prolongada.
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