(08 de abril del 2022. El Venezolano).- En estos días en los que se cumplieron 12 años de que el Presidente Obama, junto al entonces vicepresidente Biden, firmara la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, no puedo dejar de pensar en lo que ACA significa para nosotros y para millones de estadounidenses: un asunto de vida o muerte. Mi infinito agradecimiento me llevó a hacer campaña activamente por Joe Biden, y estando en uno de sus rallies en Miami, llena de agradecimiento y emoción improvise rápidamente un cartel que decía “Obamacare salvó a mi hijo”. Con ese mismo cartel y una foto de mi hijo A.B. que luego le agregué, asistí a cada rally que pude en Florida. No imaginan mi sorpresa cuando el presidente Obama y el presidente Biden postearon en sus redes sociales e incluso en videos de la campaña mi cartel de agradecimiento improvisado.
Hoy en día A.B. es un joven exitoso, independiente y sobre todo sano. Afortunadamente, en el momento más difícil de nuestras vidas contamos con el invaluable apoyo de la Ley de Salud a Bajo Precio. Obamacare literalmente salvó la vida de mi hijo. Eso no tiene precio, ni puede compararse con nada, reseñó Univisión.
Mi hijo y yo somos inmigrantes. Llegamos de Venezuela a Estados Unidos hace 14 años, vinimos dispuestos a trabajar, buscando paz, estabilidad y libertad. Llegamos cuando comenzaba el segundo período del Presidente Obama y nos sentimos bienvenidos desde el primer día. Se sentía la energía de una nueva era de cambios en el país. La gran mayoría de las personas estaba llena de esperanzas, se respiraba optimismo en el ambiente. Siempre he sido activista por las libertades y los Derechos Humanos y al poco tiempo de llegar, comencé a informarme y aprender cómo funciona el sistema político de este, nuestro nuevo país.
En noviembre de 2015 mi hijo, quien para ese entonces tenía 16 años, se enfermó de gravedad rápida e inexplicablemente. Fueron días de mucho dolor e incertidumbre. Tras dos meses con síntomas, semanas en la cama de un hospital, una cirugía, infinidad de pruebas y la evaluación de 17 especialistas diferentes, finalmente nos dieron un diagnóstico muy poco alentador: Lupus y Síndrome de Activación Macrofágica (Tormenta de Citoquinas) una rarísima y agresiva enfermedad inmunológica. Mientras A.B y yo estábamos solos en aquel hospital de Texas, yo solo podía pensar en salvarlo, no tenía cabeza ni corazón para nada más.
Toda mi energía y mi fe estaban enfocadas en que mi hijo se recuperara a pesar de que los médicos en un punto me dijeron que había pocas esperanzas, A.B llegó a estar muy grave, pero hicieron todo lo que estuvo a su alcance, no escatimaron en recursos. Tras costosísimos tratamientos y una larga estancia en el hospital A.B empezó a recuperarse.
Gracias al Obamacare, los médicos pudieron hacer todo lo necesario para salvar a mi hijo y en el momento más duro de nuestras vidas yo pude dedicarme a él sin tener que preocuparme en cómo pagaría los gastos médicos ni sus costosas medicinas, y estamos hablando de una cuenta médica de casi 700,000 dólares. La ACA fue nuestra salvación. Yo nunca podré agradecer lo suficiente al presidente Barack Obama y al entonces vicepresidente Biden por haber hecho de esta promesa electoral una realidad.
Así como el Obamacare salvó a mi hijo, salva la vida de cientos de miles de estadounidenses que dependen de ella, cada día. Solo puedo imaginar el terror de las personas que, como yo lo hice un día, dependen de ella, no podemos dar marcha atrás, no podemos retroceder. Derogar el Obamacare sería una sentencia contra esos millones de estadounidenses que dependen de su cobertura.
Al intentar eliminar Obamacare los republicanos atentan directamente contra la vida de millones de americanos con condiciones preexistentes en todo Estados Unidos y dejaría a millones de personas sin los recursos para adquirir los medicamentos y la atención médica que tanto necesitan. Es inhumano y no lo podemos permitir. No existe un plan alternativo que lo sustituya, la condición preexistente volverá a ser razón para negar la cobertura médica, y personas como mi hijo y yo, no sabrán qué hacer.
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