(06 de febrero del 2022. El Venezolano).- Cada vez que Diego Molano entrega a sus antiguas amigas de Alotrópico un jugoso contrato, algún medio pregunta por qué y él se hace el de las gafas. Las preguntas lo tienen sin cuidado.
Escrito por Daniel Coronell
Esta semana el ministro de Defensa, Diego Molano, le entregó 595 millones de pesos en contratación directa a unas antiguas subalternas a las que viene favoreciendo año tras año e institución tras institución. Sucedió el miércoles pasado 4 de febrero. El contrato, velozmente tramitado bajo el objeto de “fortalecimiento institucional”, arrancó inmediatamente y terminará a fines de agosto. Así el sucesor de Molano, en el nuevo gobierno, alcanzará a disfrutar del recuerdo del hoy ministro y de sus protegidas.
La empresa beneficiada se llama Alotrópico SAS y las felices accionistas son Lilian Polanía, Martha Isabel Restrepo e Isabel Quiroga. Las socias de la compañía tienen una cosa en común: todas trabajaron como subalternas de Diego Molano cuando era director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF.
Lilian Polanía era parte de la oficina de comunicaciones del ICBF, Martha Isabel Restrepo era la coordinadora de comunicación audiovisual de la misma entidad e Isabel Quiroga era la directora del departamento. En esa condición tenían relación permanente con el ahora ministro.
Muy meritorio que las tres damas se asocien y decidan iniciar una empresa. Lo increíble es que siempre resulten recibiendo contratación directa de las entidades públicas por donde pasa el viejo jefe.
Debo decirles que no es la primera vez, ni la primera institución dirigida por Diego Molano, que le entrega contratación directa a Alotrópico SAS. La periodista Ana María Cuesta, quien en ese momento trabajaba para La FM de RCN, denunció la situación a raíz de otro contrato con MinDefensa esta vez por casi 900 millones de pesos.
La historia empezó unos días antes.
El 1 de febrero del año pasado, Molano se posesionó en remplazo del fallecido ministro Carlos Holmes Trujillo. Apenas se había sentado en su potente silla cuando ordenó trasladar de Santa Marta a Bogotá al teniente coronel de la Policía, Alex Durán. Así nombró al uniformado como ayudante personal. El coronel Durán es el esposo de Isabel Quiroga, una de las afortunadas dueñas de Alotrópico SAS.
El mes siguiente, en pleno pico del covid, el ministro Molano decidió que era hora de “mejorar la imagen institucional” y destinó a ese propósito 898 millones de pesos.
El proceso para contratar esa suma duró apenas unas cuantas horas.
El miércoles 31 de marzo, por cierto miércoles de Semana Santa, el Ministerio de Defensa le pidió a la empresa Alotrópico SAS —y a ninguna otra— que le presentara una oferta de servicios. La propuesta llegó y debió ser de una contundencia asombrosa porque ese mismo Miércoles Santo firmaron el contrato.
Un contrato ganado contra nadie por la empresa de la antigua subordinada del ministro y esposa de su ayudante.
Antes de ser ministro de Defensa, Diego Molano era el director administrativo de la Presidencia de la República. Y aquí siguen las coincidencias.
En los archivos públicos consta que el 8 de abril de 2020, la Presidencia de la República firmó con Alotropico SAS un contrato por 461 millones de pesos, que tiene como finalidad socializar y promover temas de interés nacional “que les sean asignados por el presidente de la república mediante la metodología ‘transformar comunicando, guía práctica para transformar imaginarios de la comunicación social’”.
Cada vez que Diego Molano entrega a sus antiguas amigas de Alotrópico un jugoso contrato, algún medio pregunta por qué y él se hace el de las gafas. Las preguntas lo tienen sin cuidado.
Para despedirse no podía faltar el cariñito. Esta semana fue firmado el nuevo contrato por casi 600 millones de pesos para que la empresa de las señoras emprenda “acciones de transformación y protección de imaginarios que tiene la población en relación con los temas relacionados con seguridad y defensa del Estado”.
Este es el triste epílogo del gobierno de Iván Duque que se proclamó paladín de la austeridad. Mientras el presidente recorre el mundo con su hermano en el avión presidencial, su ministro de Defensa raspa la olla con cargo al presupuesto nacional.