(22 de diciembre del 2021. El Vaticano).- El Vaticano ha reafirmado su posición a favor de las vacunas contra la COVID-19 y ha instado a la comunidad internacional a que agilice los trámites para permitir un acceso universal a ellas.
«El Santo Padre ha definido la vacunación como ‘un acto de amor’, ya que está finalizada a la protección de las personas contra el virus Covid-19. Además, recientemente ha subrayado la exigencia de que la comunidad internacional intensifique los esfuerzos de cooperación para que todos tengan un acceso rápido a las vacunas, no por una cuestión de conveniencia, sino de justicia», señala.
A este respecto, la Comisión vaticana Covid-19 ha publicado el estudio titulado ‘Infancia y Covid-19. Las víctimas más vulnerables de la pandemia’ con el que se insta a los gobiernos a financiar la asistencia «psicosocial» de los niños que han perdido a sus familiares por el coronavirus y que sufren un «trauma», al tiempo que piden a todas las diócesis del mundo que «redoblen los esfuerzos» ante el avance de la pandemia.
El informe recaba algunos datos sobre el impacto de la pandemia en los niños. Por ejemplo, se recoge que hasta el 30 de septiembre de 2021, más de 5 millones de niños perdieron al menos uno de sus padres, abuelos o cuidadores debido a COVID-19, lo que significa que un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos por esta enfermedad en el mundo.
También ponen cifras a la creciente inseguridad alimentaria que está perjudicando a un gran número de niños. «En el 2020, los 6-7 millones de nuevos casos de desnutrición aguda en niños menores de cinco años provocaron la muerte de unos 10 000 niños al mes, el 80% de ellos en el África subsahariana y el sur de Asia», señalan.
Asimismo, el informe del Vaticano incide en que los niños corren un riesgo «mucho mayor» de sufrir violencia y explotación y estiman que «los servicios de prevención y respuesta a la violencia se han interrumpido para 1.800 millones de niños». Por ello, piden expresamente a las parroquias que trabajen para «reducir la trivialización de la violencia contra los niños dentro y fuera de la familia».
Además, piden a los responsables políticos y a la sociedad civil que promuevan la «distribución equitativa» de la vacuna COVID-19 porque los efectos nocivos del virus en los niños sólo «pueden mitigarse» con la limitación de su propagación.
Abrir escuelas
Paralelamente, la Pontificia Academia de la Vida del Vaticano, con el título ‘Niños y adolescentes en el tiempo de Covid-19′, llama en otro documento publicado este miércoles a «abrir lo más posible las escuelas».
Si bien justifican que la experiencia de epidemias anteriores ha demostrado la «eficacia» de cerrar los colegios para controlar la infección y aplanar la curva, dicen que «en el futuro deberá considerarse sólo como un último recurso que se adoptará en casos extremos y sólo después de experimentar otras medidas de control de la epidemia».
Así, dan cuenta de las consecuencias negativas de cerrar las escuelas por ejemplo en los países del Sur, donde la tasa de abandono escolar «ha aumentado de forma alarmante» y se «calcula que al menos 10 millones de niños en el mundo no volverán nunca a la escuela».
Otro de los problemas constatados es que ha aumentado «el riesgo de una regresión importante en las habilidades/logros escolares» y se ha pronunciado la «brecha digital» vinculada a las prácticas de aprendizaje a distancia o la menor capacidad de los padres para apoyar sus hijos en casa.
La Pontificia Academia de la Vida también ha insistido en los estudios que muestran cómo la pandemia ha puesto de manifiesto «los límites de muchas experiencias familiares y los contextos de vida y vivienda en los que están inmersas». Así destacan que la violencia doméstica directa o pasiva (también debida al estrés económico de las familias) ha aumentado entre un 40 y un 5% en algunos países, mientras que, según los datos de algunos gobiernos, las peticiones de ayuda aumentaron un 20% ya en los primeros días del confinamiento.
«El aumento del estrés de los padres tras un periodo de confinamiento prolongado tiene un impacto directo en el bienestar mental de los niños», se constata. Por ello, se señala que es «impensable» afrontar los próximos meses sin un apoyo adecuado (social, cultural, urbano, económico) para las familias, que todavía tendrán que soportar bastantes consecuencias de la emergencia pandémica.
Finalmente, el documento también alerta de que el cierre de los colegios «aumentó la adicción a Internet, los videojuegos o la televisión». Por ello, inciden en la «graves consecuencias» que ha tenido la restricción del juego al aire libre. «Cuando se restringen las experiencias de juego y exploración, prevalece la sobreestimulación de las áreas que expresan tristeza y miedo, lo que provoca efectos negativos en el desarrollo del niño», concluye.