(15 de julio del 2021. El Venezolano).- “La suerte es el pretexto de los fracasados.” Pablo Neruda
Nos dice el autor de la cita que nunca debemos quejarnos de la soledad o de la suerte sino que hay que enfrentarlas con valor y aceptarlas ya que el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de sus errores.
También es cierto lo que afirma el filósofo Edgar Morín, tenemos que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado. Estas citas sirven para que los venezolanos sepamos o imaginemos lo que debemos afrontar para superar los retos descomunales que tenemos por delante. Esa realidad planetaria afecta decididamente a nuestro país. Agobian las transformaciones y cambios que se suceden a nivel mundial y la velocidad con que ocurren los movimientos del conocimiento universal.
Convencidos estamos que no son los militantes del atraso los más apropiados ni los más idóneos para dirigir el país en estos tiempos convulsos. Hay suficiente talento dentro y fuera de Venezuela para hacerlo. No nos quejemos de nuestra mala suerte, que es el pretexto de los fracasados como dijo Neruda, hagamos nuestra propia filosofía de la soledad y definamos el rumbo que nos permita enmendar nuestros errores para encauzar las acciones necesarias que detengan la barbarie que intenta arrastrarnos por el camino de los imbéciles.
Aprendamos a ver a través de la espesa niebla de la incertidumbre hasta percibir el camino correcto para que juntos, unidos los ciudadanos decentes, aceleremos el paso por el sendero que nos señala el avance del conocimiento y que nos inspira las ansias de libertad. Hagamos lo que nos propone Morín, busquemos un conocimiento que traduzca la complejidad de lo que se llama lo real, que respete la existencia de los seres y el misterio de las cosas e incorporémoslo a nuestro propio conocimiento.
Reconozcamos también las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión, ya que, si bien la comunicación triunfa, la incomprensión sigue siendo general. En esa visión multidimensional de la vida real y en la búsqueda de soluciones apropiadas a nuestros problemas, comencemos desde ya por el diseño de un sistema educativo que tome en consideración que la educación del futuro debe volver sobre las incertidumbres ligadas al conocimiento de un todo cuyas partes están en estrecha ligazón, como advierte Morín.
Echemos mano de una fe divina pero no esperemos una racha de buena suerte; no somos fracasados que creen en ella, somos seres pensantes caídos en desgracia por creer en la ilusión y el engaño de seres repugnantes, por quienes se han creído semidioses infatuados por el poder. Aceptemos, como dice Morín, la necesidad de transformarnos, en una gran metamorfosis, para que surja una nueva realidad, convencidos que para ello necesitamos una ciencia con conciencia y una comunicación con ética, que nos muestre la condición humana en toda su complejidad, nos provea de la capacidad de afrontar las incertidumbres y nos permita conocer y aplicar la ética del género humano en sus dimensiones individuales y sociales, como parte de esa especie y de la naturaleza.