(22 de abril del 2021. El Venezolano) “El poder jerárquico, cuanto más fuertemente se ejerce, más sumisión procura.” Harold
Bloom.
Hace más de una década escribí sobre un tema que parecía apropiado para la época: la
degradación de la política, la cual se reafirma todavía. Ello dió lugar a la recopilación de una
serie de mis artículos para darle fisonomía a un libro con un título muy sugestivo:” El
extravío revolucionario: degradación política y desbarajuste económico”, con el cual se
pretendía caracterizar al régimen encabezado por el endiosado desaparecido, Hugo Chávez
y su catastrófico legado, hoy ampliado y magnificado.
Decía yo en aquél entonces, siguiendo a José Ingenieros, que estábamos en presencia de
la política de los piaras, donde ella se degrada, convirtiéndose en una profesión de
habilidosos, que no hábiles, de los cuales ha requerido el régimen que en lugar de
competencias lo que exige es un prontuario y el pugilato entre mercenarios y aventureros,
sean políticos o no. Este proceder es propicio cuando existe un clima de mediocridad
porque “nadie piensa donde todos lucran; nadie sueña donde todos tragan” expresaba
Ingenieros.
Harold Bloom al hablar de la Escuela del Resentimiento se refiere a los estudiosos de la
literatura que la analizan desde una perspectiva puramente estética y que según él hacen lo
mismo que los lémures que ciegamente cuando uno se lanza por un precipicio todos lo
siguen. Nosotros tenemos muchos lémures que sólo hablan y actúan según el guión que el
jefe de la pandilla les ordena.
Los que han hecho de la política su medio de vida, sin principios,sin valores, y sin dignidad,
son los que nos conducen al abismo. Nos está gobernando una legión de resentidos
sociales y delincuentes incapaces de asumir verdaderos ideales como seres humanos, pero
sí dispuestos a encarcelar, perseguir, torturar, matar, robar y saquear dentro de una
aborrecible concepción de la justicia revolucionaria.
La mentira permanente es degradante, es el instrumento favorito de los mediocres y viles
para intentar imponer sus ideas. Esta conducta se hace posible sobre todo en las
organizaciones que mantienen el principio de la autoridad jerárquica. Las pandillas son un
ejemplo gráfico del ejercicio del poder jerárquico y la sumisión entre sus miembros. Para
desgracia nuestra esa es una característica del régimen venezolano actual. Nos gobierna
una pandilla que imposibilita la alquimia entendida como la expresan los musulmanes, no
podemos esperar la transformación de los viles y mediocres en hombres virtuosos.
No nos podemos habituar por inconsciencia o por indiferencia, a tratar como natural los
malos hábitos, perversiones, desvaríos y caprichos de los gobernantes. Vivimos un
presente desafortunado que pone en peligro la vida de los venezolanos y la salud
económica de la nación. Urge devolver a todos su capacidad de soñar. Unirnos nuevamente
detrás de un ideal. Debemos robustecernos moralmente porque vivir es aprender para
ignorar menos y actuar más.
En mis reflexiones no deja de ser preocupante la idea de cómo
rescatar el futuro para las próximas generaciones ante este desastroso presente. La unidad
parece ser el camino más corto y seguro en el camino de la política inteligente y decente.