(11 de enero del 2021. El Venezolano).- Hace justo un mes, tras una contienda electoral parlamentaria polémica y de una Navidad ante la relevancia de Juan el Bautista por el anuncio del Mesías, hemos despedido un annus horribilis, por sus efectos tan fatídicos y quizá extendibles, indefinidamente, y como es naturaliniciamos otro período duodecimal, correspondiente a 2021. Tal y como ya es tradición en nuestra cultura, lo recibimos con nuestras “mejores expectativas” y tal vez con algún optimismo en medio de tantas tribulaciones e incertidumbres, y con la actitud folclórica del mesianismo, bajo la confianza y certeza plena de que los hombres y no Dios nos redimirán de los males que sufrimos.
Oportuna la ocasión -pospandemia- a fin de pensar como resarcirnos de los daños habidos; algunos irreversibles, y otros remediables quizá con un poco de tesón y entereza, que, no faltarán, pues estamos hechos pàra vencer y superar las vicisitudes que nos impiden evolucionar a objeto de actualizarnos, siempre en función de nuestro bienestar, que conlleva la solidaridad y cercanía de una sociedad tan compleja y atiborrada de creencias, filosofías y hábitos vituperables.
Por que 2021 se nos ofrece como un año rudo e incierto y sin evadir esta realidad, deberíamos evitar, sí, la depresión y desidia, propias y muy normales de momentos críticos en algunos mortales, superables pese a los pronósticos negativos, no taxativamente posibles y atenuables mediante una actitud inquebrantable por el logro de nuestros deseos, que factor alguno debería desvirtuarnos, porque de lo contrario, entraríamos, paradójicamente, en involución y decadencia ante la vorágine de una dinámica , implacable, exigente e irrefutable, ya que podríamos exponernos, además, a patologías clínicas de efectos indeseables y cada vez más agudas por desconocimiento de la resilencia.
Y, es Aquí y ya, sin coartadas, en este momento crucial cuando en Venezuela tenemos un fallo agudizado de combustible y precariedad de servicios básicos; factores que truncan nuestro desarrollo y bienestar sostenibles con la agravante de una fuga de talentos insólita, emigrados con sus conocimientos y experticias hacia otros confines del planeta; circunstancias que comportan formalidades colectivas y oportunas.
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