(05 de septiembre del 2020. El Venezolano).- Actualmente científicos de todo el mundo están estudiando qué especies de animales pueden infectarse con los coronavirus y propagarlos tanto en condiciones urbanas como en la naturaleza. Gracias a esto, podrán comprender qué los distingue del SARS-CoV-2 y cómo este último adquirió el conjunto de características únicas que llevaron a la pandemia de covid-19.
Un grupo de biólogos mloeculares estadounidenses ha dado un paso en esa dirección y ha descubierto una mutación puntual en el genoma del coronavirus, que ocurre en todas sus cepas humanas y está ausente en sus parientes más cercanos, que infectan a murciélagos y pangolines. Gracias a esta mutación, el virus pudo haber “aprendido” a infectar a los humanos, escriben los científicos en un artículo publicado en el portal bioRxiv.
Cabe señalar que el documento de los especialistas no fue revisado por expertos independientes, por lo que sus conclusiones deben tratarse con precaución.
Esta mutación fue hallada en la región S2M, un segmento especial no codificante del ARN del coronavirus que se encuentra en los genomas de muchos otros tipos de virus. Aunque no saben cómo apareció el S2M en el genoma del virus y qué papel juega, los biólogos creen que es crucial en su ciclo de vida.
De acuerdo con el equipo, dirigido por Mehdi Mirsaeidi, profesor asociado de la Universidad de Miami, la aparición de una mutación en la región S2M del ARN del coronavirus, que no tienen sus parientes, que infectan a pangolines y murciélagos, “podría incrementar” su carga viral y “viabilidad”.
Basándose en algunas características de su estructura, científicos sugieren que cuando un virus entra en una célula infectada, este segmento de ARN adquiere una forma tridimensional especial y se une a las enzimas de la célula, utilizándolas para producir proteínas virales a partir de su propio genoma.
Mirsaeidi y sus colegas decidieron estudiar a qué velocidad y cómo cambia exactamente la estructura de la región S2M en el SARS-CoV-2 a medida que se propaga por la población humana. Para ello, los científicos han decodificado los genomas de varias decenas de cepas del virus recogidas en Japón, Irán y Australia. Los investigadores los compararon con la estructura de este segmento de ARN en virus que infectan a pangolines y murciélagos.
Resultó que una de las regiones S2M, que se encuentra al final de este segmento de ARN, tiene la misma estructura en casi todas las cepas humanas de coronavirus. Sin embargo, en sus parientes más cercanos, en cuyas cepas había versiones muy diferentes de esta parte del genoma, así como en el virus del SARS, el pariente más cercano del SARS-CoV-2, este no fue el caso.
Como muestran los cálculos de los investigadores, la aparición de esta mutación en la S2M del coronavirus humano cambió la forma tridimensional de esta parte del ARN y la hizo menos rígida y estable. En teoría, gracias a esto el SARS-CoV-2 puede ampliar su rango de acción y “aprender” a adherirse a un número mucho mayor de moléculas de proteínas. Además, puede evitar que las moléculas de ARN antiviral celular reconozcan el virus y lo neutralicen.
Estos pequeños cambios en la estructura del genoma, según Mirsaeidi y sus colegas, ayudaron al SARS-CoV-2 a adaptarse para propagarse entre los humanos.